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IGLESIA MEMORIA HISTÓRICA

Marià Mullerat, mártir leridano

El médico leridano Marià Mullerat, junto a su mujer Dolors Sans.

El médico leridano Marià Mullerat, junto a su mujer Dolors Sans.SEGRE

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El Vaticano ha aprobado la beatificación del médico leridano Marià Mullerat, asesinado por las milicias republicanas en Arbeca a principios de la Guerra Civil por su defensa de la fe, que le llevó incluso a formar parte de la Federación de Jóvenes Cristianos de Catalunya. Nacido en Santa Coloma de Queralt (Tarragona) en 1897, se trasladó en los años veinte a esta localidad de Les Garrigues, donde fundó una familia junto a Dolors Sans y llegó a convertirse en alcalde. “Lo mataron porque era un hombre estudioso, muy creyente y que nunca se calló lo que pensaba” explica a este diario Delfí Jovellar, nieto de Mullerat. “Siempre fue muy devoto y dedicó su vida a ayudar a los demás” asegura, al mismo tiempo que añade que “incluso cuando lo apresaron y sabía que lo iban a matar pidió papel y lápiz para escribir el nombre de los pacientes que esperaban su visita para que otro médico se hiciera cargo de su cuidado”. Con la proclamación de la Segunda República, “sabía que corría peligro y cuando años después comenzó la guerra, huyó con una compañero, pero de camino a Zaragoza dio media vuelta y volvió al pueblo porque sabía que no podía dejar desatendidos a los enfermos”. Respecto a su mandato como alcalde de Arbeca durante los años de la dictadura de Primo de Rivera, su nieto destaca que “no pertenecía a ningún partido político, pero lo escogieron porque era un hombre respetado que puso en marcha importantes proyectos de urbanización y trabajó en favor de la convivencia de todos los vecinos”. Su fascinación por la cultura y las letras quedó reflejada con la publicación de L’Escut, un periódico local en catalán que dirigió entre los 1923 y 1926 y que difundió poemas de Josep Carner y Joan Maragall, entre otras personalidades. Un mes después del estallido de la guerra, el 13 de agosto de 1936, Mullerat y cinco vecinos más fueron apresados y llevados a una zona denominada El Pla, donde “les dispararon, les arrojaron gasolina y les quemaron en vida”. “Algunos testigos decían que los gritos se oyeron desde el pueblo, a tres kilómetros distancia”, apunta Jovellar. “Nunca hemos guardado rencor porque siempre nos educaron en el perdón”, señala. La ceremonia de beatificación, proceso que se inició en 2003, se celebrará en los próximos meses.

La Iglesia ha beatificado a 1.901 personas tras la Guerra Civil Con la de Marià Mullerat y nueve religiosos asturianos más que fueron asesinados durante las revueltas de 1934, la Iglesia ha reconocido el martirio de un total de 1.901 personas durante el período de la Segunda República y la Guerra Civil. La basílica de la Sagrada Familia de Barcelona acogió la semana pasada el último acto de beatificación de 16 mártires que fueron víctimas de la persecución religiosa, también durante 1936 y 1937. La Iglesia puede conceder este estatus a través del reconocimiento del martirio o de una vida particularmente pía, lo que recibe el nombre de “virtud heroica”. La monja española María Antonia Pereira (1700-1760) así como Arcángela Badosa (1878-1918), religiosa nacida en Girona de la Congregación de las Hermanas de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo, fueron declaradas recientemente “venerables”.

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