“Es la primera generación que ha crecido en un mundo globalizado”

Los jóvenes del año 2000 son “los primeros que han crecido en un mundo realmente global”, según el leridano Carles Feixa, catedrático de Antropología Social en la Universitat Pompeu Fabra. Internet ya estaba en todos los hogares cuando ellos llegaron al mundo y eran alumnos de primaria cuando los smartphones contribuyeron a popularizar las redes sociales. “Son una generación muy conectada, muy visual, muy 3.0”, subraya. Instagram y Youtube son sus hábitats naturales. Pero para ellos, el mundo digital tiene un componente más emotivo que para las generaciones anteriores, por lo que Feixa les denomina provisionalmente “generación blockchain” porque utilizan las redes para encadenar metadatos con una función social, colaborativa y combativa. Atrás quedan los millennials, la Generación X, la Generación Whatsapp, la Generación @, la Generación # y una larga lista de etiquetas que ya no sirven para los chicos y chicas que este año llegan a la mayoría de edad. Para Feixa, la manifestación feminista del 8 de marzo es un momento clave que en un futuro definirá a estos jóvenes. “Fue la primera gran manifestación a la que acudieron por propia voluntad y por convicción”, destaca. Para Feixa esta movilización “simboliza la necesidad de establecer un nuevo tipo de relación entre chicos y chicas”. Porque los jóvenes de hoy “han renovado el viejo feminismo” y son “más progresistas”. Otro ejemplo de esta nueva manera de entender el mundo fue la histórica marcha de jóvenes contra Trump y contra las armas que confluyó en Washington el 24 de marzo. Ellos, a diferencia de los millennials, saben que su vida laboral será precaria y eso les hace más combativos, porque tienen poco que perder. En junio de 2017 estos jóvenes denunciaron que un profesor del Gili i Gaya había hecho un comentgario homófobo por el que fue multado. “No solo protestaron sus alumnos, sino que los estudiantes de otros centros se solidarizaron con ellos. Esta protesta hubiera sido impensable hace diez o veinte años, como reconocían los propios exalumnos del centro que habían tenido a este mismo profesor”. Es una de las contradicciones de la generación blockchain: como viven “permanente conectados” son más “narcicistas e individualistas” pero, a la vez, “el hecho de estar en red hace que tengan un sentimiento de pertenencia a la tribu que les hace más solidarios y comprometidos”. Estos jóvenes alargarán la etapa adolescente. Para Feixa “el ambiente en los grados universitarios de hoy es el de los institutos del siglo XX”. No es una crítica, sino una constatación. En la mayoría de los casos, estudiarán hasta 2030, por lo que la vida adulta les parece algo bastante lejano.

Por primera vez en la historia, esta generación comparte la misma cultura juvenil. “En teoría esto ya pasaba en mayo de 1968, pero solo en teoría: internet ha hecho que el imaginario cultural sea realmente el mismo”, sostiene Feixa.

Son la generación ‘blockchain’, que vive permanentemente conectada

Las multitudinarias manifestaciones del 8 de marzo definen a toda una generación de jóvenes

Los blockchain son los hijos de los babyboomers, por lo que cada vez habrá menos jóvenes y más jubilados. “Los gobiernos no los tienen en cuenta” y pone como ejemplo que los jubilados en Lleida tengan el autobús gratis “independientemente de su nivel de ingresos” y no se haga lo mismo con los jóvenes que viven en precario.

El primer leridano del 2000 es hoy un joven comprometido Carla Vadillo admite que es difícil responder a la pregunta de si los homosexuales del 2000 lo tienen más fácil que los de generaciones anteriores. “Sería egoísta decir que sí a partir de mi realidad cuando nos están matando en todo el mundo. Incluso aquí, en Lleida, todavía hay muchas personas que no son capaces de salir a la calle de la mano de su pareja por miedo. En todas partes hay miedo. Y a la sociedad ya le va bien que tengamos inculcado este miedo a ser libres”. Ella tuvo suerte, reconoce. Para su familia no fue un problema que sea lesbiana. “Nunca les podré agradecer lo suficiente todo lo que han hecho y lo que hacen por mí”. Aunque también hubo gente que “me lo hizo pasar mal y tuve que sacar fuerzas de donde no había”. Carla es una apasionada de la literatura. “Las palabras tienen mucho poder”, asegura. “La poesía es aprendizaje, cambio, revolución. Creo de corazón que la revolución será a través de la poesía o no será”. La vida adulta la asusta, a la vez que le produce “muchísima intriga”. En 2028 se ve independizada y trabajando “en lo que realmente me gusta y me hace crecer como persona”. Hasta entonces, esta joven se centra en el grado de Educación Social, se está sacando el carnet de conducir y tiene “muchas ganas de votar”.