DANZA ENSEÑANZA
Un joven bailarín de matrícula
El leridano Justin Costache, de 11 años, distinguido por la Royal Academy of Dance de Londres con la nota más alta || Uno de los únicos 5 chicos de los más de 250 alumnos del Espai Dansa
Los tópicos están para romperse, aunque en el mundo de la danza cuesta mucho. En la escuela Espai Dansa de Lleida, como en muchas otras academias de baile del país, las niñas son mayoría. Este curso, por ejemplo, de los más de 250 alumnos del centro apenas cuenta con cinco chicos y jóvenes matriculados. Eso sí, uno de ellos brilla con luz propia. Justin Costache, de 11 años, acaba de conseguir la calificación más alta en su categoría, la Golden, que otorga la Royal Academy of Dance de Londres en los exámenes que este prestigioso centro británico lleva a cabo cada año por todo el mundo. Contento por el resultado de esta exigente prueba, este joven leridano tiene muy claras dos cosas: no le importa asistir a las clases rodeado de niñas y que de mayor quiere ser profesor de baile. “Al principio me sentía un poco desplazado en las clases, solo junto con todas las niñas, pero muy pronto vi que podía destacar y me quité la vergüenza de encima”, explica Justin, estudiante de sexto de Primaria en el Col·legi Països Catalans, en Balàfia. La disciplina es intensa pero no le importa, con más de seis horas de clases de baile a la semana y mucho ejercicio. Tampoco tiene problemas de físico: “No me gustan los dulces o los refrescos”. Su madre, Ester, practicó la danza durante 25 años y ya de muy pequeño le trasmitió la pasión por bailar. “Veía en vídeos cómo bailaba de joven y hacíamos coreografías juntos en casa”, recuerda Justin, todo un ‘personaje’ ya en la escuela de danza.
“Mucho trabajo, pero le gusta, lo lleva dentro” En el Espai Dansa no hay diferencia de trato. “Justin tiene que trabajar y practicar mucho, igual que las chicas, pero le gusta, lo lleva dentro”, asegura Rosa Maria Sánchez, que dirige la escuela junto con Maite Bardia. Justin afirma que nunca ha tenido que soportar burlas o comentarios despectivos de sus compañeros de escuela por dedicarse a la danza. De hecho, está encantado “porque en esta academia me he encontrado con una amiga de la escuela y bailamos juntos”. Actuar frente al público –ya lo ha hecho en la Llotja en el festival de fin de curso– no le acaba de convencer. “Me gusta más enseñar, ser profesor de danza”, concluye.