ENTREVISTA SALUD
José Antonio Carceller: «Un servicio más humano mejora la atención al paciente»
Jefe delservicio de oncología radioterápica del Hospital Arnau de Vilanova
El Servicio de Oncología Radioterápica del Arnau de Vilanova de Lleida nació con él. Ahora, 38 años después, el doctor José Antonio Carceller se jubila con la tranquilidad que da haber hecho las cosas bien y dejar un legado esperanzador para los profesionales que le relevarán. Además de la próxima inauguración de un nuevo acelerador que situará el servicio a la última en tecnología, Carceller también ha trabajado intensamente por ofrecer al paciente la mejor calidad de vida, con la humanización de la unidad de la mano de la Panera.
El próximo mes de marzo le llega la dorada jubilación, ¿qué evolución ha hecho el servicio de Oncología Radioterápica del Arnau desde que está al frente?
Llegué a la unidad con 27 años, era el jefe de sección de oncología radioterápica más joven de España y solo estaba yo, con dos enfermeras. Ahora somos una veintena de profesionales y la evolución ha sido lenta, pero muy positiva y esperanzadora.
Son 38 años al frente a la unidad, ¿qué cambios ha experimentado durante este tiempo?
Al principio era un servicio pequeño, sin casi dotación. Con la llegada de la bomba de cobalto es cuando realmente empezó la vida de la unidad, hace 25 años. Tiempo en el que hemos hecho 15.000 tratamientos. Desde entonces hemos ido progresando, primero con un acelerador que ahora sustituiremos y que supuso un gran avance y con la nueva máquina financiada por la Fundación Amancio Ortega seguiremos avanzando. Nuestra especialidad está muy ligada a la tecnología y actualmente tenemos terapias que en el pasado podían parecer ciencia-ficción.
¿Qué mejoras incorporará el nuevo acelerador?
Con esta máquina de última generación lo tendremos “casi todo”. La evolución ha sido lenta, pero ya no se me ocurre qué más podemos incorporar. Con el nuevo acelerador podremos mejorar la “puntería” para tratar mejor la zona donde esté el tumor y proteger al máximo los órganos que estén alrededor. Cada vez vamos afinando más el tratamiento, para que sea más personalizado, y estos nos permite mejorar su eficacia y reducir los efectos secundarios. Además, con la nueva máquina podremos acomodar el tratamiento al movimiento respiratorio, algo que hace unos años era impensable. Cada paciente recibirá la terapia que más le beneficia en todos los sentidos.
Ha dicho que la evolución ha sido lenta, ¿por qué?
La tecnología avanza rápido, pero debe comprobarse su eficacia y también son equipos caros. No siempre hemos podido tener la equipación punta porque en Lleida el volumen de pacientes es más reducido, pero en estos momentos, con el nuevo acelerador, estaremos en el lugar que nos corresponde.
El nuevo acelerador es una donación privada. ¿En la lucha contra el cáncer la solidaridad es primordial?
Son aportaciones que mejoran la calidad de vida de los pacientes, que es nuestro principal objetivo. La Fundación Amancio Ortega ha financiado el acelerador, la asociación Adima siempre ha estado a nuestro lado y ahora trabajamos con otra entidad, la Fundación Daniel & Nina Carasso, con la que, en colaboración con el Centre d’Art la Panera, trabaremos para humanizar el servicio.
¿Cómo se detectó esta necesidad de humanizar la unidad?
Al preguntar a los pacientes, me sorprendió que les parecía un servicio gris y que les impactaba tener que bajar al sótano donde estamos situados. Por eso decidimos darle un carácter más humano al servicio, que mejorará la calidad de vida y la atención del paciente. La media de un tratamiento son 6 semanas, algunos hasta 8, y debemos hacer lo posible para que sea lo menos traumático posible. Y, con este proyecto, el Arnau es pionero.
¿Aún da miedo hablar de cáncer?
Sí, pero cada vez menos porque hay más información y sabemos que cáncer no siempre debe ir asociado con sufrimiento y muerte. El paciente pone en nuestras manos lo más preciado que tiene, que es su salud, y debemos fijar unos objetivos en su beneficio, aunque no siempre sea curarle, porque no siempre es posible, por desgracia.
¿Avanza la supervivencia?
Después de la cirugía, la radioterapia oncológica es la herramienta que más pacientes cura, y muchas veces se desconoce. También es perjudicial que un paciente tenga mala información, tras búsquedas en internet sin saber donde acudir. Debemos filtrar la información y saber donde buscarla.
¿Qué legado deja en la unidad?
Creo que he hecho muchas cosas bien y el futuro que le veo al servicio es muy bueno, porque cuentan con una gran calidad de profesionales. El doctor Moisés Mira será el nuevo jefe de la unidad y tiene muy buenas ideas, innovadoras. La gente viene a trabajar con ganas y siempre he notado su lealtad, que aprecio. A nivel de equipamiento, nos faltaría tener un TAC propio de la unidad, porque evitaríamos desplazamientos de pacientes.
Y ahora, ¿qué planes tiene?
Tendré una nueva vida, pero desde la unidad saben que pueden contar conmigo. Seguro que echaré de menos a los pacientes, alguno me ha dicho que no volverá al saber que me jubilo (risas). Llegar a Lleida desde el hospital de Bellvitge y con 27 años me impactó, pero ahora me siento un leridano más.