Ser alcaldesa en 1979, todo un reto

Tras las primeras elecciones democráticas de 1979 solo tres mujeres fueron escogidas en Lleida como alcaldesas mientras que en España fueron un total de 103. Estas cifras representaron en su momento que la mujer quedaba relegada a la anécdota en el plano político. También había pocas candidatas. Un lugar en el que durante estos años ha ido subiendo peldaños, aunque aún no los suficientes.

Maria Eulàlia Solsona fue una de las pocas alcaldesas de Catalunya escogida en las primeras elecciones democráticas y la única mujer de 71 alcaldes que tras 23 años aún ostentaba el cargo al frente del ayuntamiento de Verdú. Solsona explica que el hecho de ser mujer no le impidió avanzar en política, lo que atribuye a su “actitud” y a ser “muy luchadora, guerrera y contundente, por lo que creo que la gente no se atrevía a decirme según qué cosas”. Solsona asegura que “nunca actué como mujer sino como persona bajo unos ideales y con el fin de cambiar el mundo”. Con el paso del tiempo atribuye algunas cosas (la expulsaron del consistorio con una moción de censura cuando hacía 24 años que era alcaldesa) al hecho de ser mujer, ya que “si una mujer luchaba para conseguir algo, en mi caso funcionaba con retos, era considerada un marimacho, una dictadora… mientras que en un hombre se veía normal”. Solsona dejó la política en 2007, tras presentarse de nuevo a las elecciones y no ser elegida. Durante los años de alcaldesa siempre fue pactando, asegura, con los grupos de la oposición y nunca usó su voto de calidad porque le gustaba llegar a consensos ya que en política es imprescindible la “generosidad”. Se presentó por primera vez como alcaldesa por un reto, ya que en una conversación informal de bar unos amigos hablaban de concurrir a las municipales y ella entendió que la habían propuesto a ella para liderar el partido y dijo: “Os habéis vuelto locos, yo de alcaldesa?”, mientras que otro respondió sorprendido: “No, de alcalde la Eulàlia no, es una mujer”, hecho que la animó a presentarse y a ganar, con 23 años y recién acabada su formación como técnica de turismo.

Con el tiempo, no ha perdido el espíritu guerrero de su paso por la política. Ahora, con 63 años y al frente de su explotación de viñedos en Verdú, ha adherido todas sus fincas al riego del canal Segarra-Garrigues porque “es importante apostar por la innovación”.