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De una 'caragolada' a la orilla del Segre a un pueblo de 13.500 vecinos

Xavier Pérez, expresidente de la Fecoll, narra la evolución de la fiesta “solo” durante los últimos 39 años || Asegura que “el Aplec del Caragol es una forma de vida”

El expresidente de la Fecoll, ayer en la cuarenta edición del Aplec.

El expresidente de la Fecoll, ayer en la cuarenta edición del Aplec.MARIONA KISKERI

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Nació hace cuarenta años como una fiesta improvisada entre amigos en la margen izquierda del río, con cajas de fruta para sentarse y caracoles, muchos caracoles. Así lo recuerda Xavier Pérez, el que fue presidente de la Federació de Colles de l’Aplec del Caragol (Fecoll) durante más de veinte años y que “solo” ha participado en esta fiesta durante 39 años, desde la segunda edición del 1981. “Los primeros años había mucha gente que pensaba ¿qué hacen esos locos comiendo caracoles junto al río?”, explica Pérez con cierta nostalgia, al mismo tiempo que asegura que “ni siquiera nosotros nos imaginábamos que aquellas comilonas se convertirían en lo que el Aplec es ahora, prácticamente un pueblo ambulante de 13.500 habitantes y uno de los principales motores económicos de la ciudad”. En tan solo un año, el Aplec del Caragol pasó de trescientos a más de 2.000 participantes aunque, según explica Pérez, “la fiesta conservaba su espíritu familiar y nos repartíamos las tareas −uno se encargaba del hielo, otro del aceite... y si en el momento de la comida faltaba alguna cosa siempre se la podías pedir a los de la mesa del lado−”. No fue hasta el 1985, cuando se constituyó la Fecoll “porque nos dimos cuenta de que la fiesta podía llegar muy lejos”. Aunque recuerda las ediciones a la orilla del río como “una escena romántica pero en la que tragamos mucho polvo”, explica que “la fiesta es una muestra de la evolución que ha vivido la sociedad en estas últimas cuatro décadas y ahora mismo sería imposible reunir a más de 13.000 peñistas en la canalización del río”. Es tal la importancia de estas jornadas que, “no puedo imaginar un año sin el Aplec”. Y es que, “hay muchos amigos que solo se ven una vez al año durante estos tres días de fiesta porque están enamorados del Aplec, del ambiente que se respira”. Además de causar un impacto económico en la ciudad de más de siete millones de euros, “el Aplec se ha convertido en una de las fiestas gastronómicas a nivel nacional e internacional, por lo que hemos conseguido poner a Lleida y sus caracoles en el mapa”. “El Aplec es una forma de vida”, reivindica el presidente de honor de esta fiesta.

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