Una leridana logró reanimar a un pasajero que sufrió un infarto en el aeropuerto de Menorca

A la leridana Carolina Roig le costará olvidar sus vacaciones en Menorca. “Estábamos en el aeropuerto haciendo tiempo antes de embarcar hacia Barcelona cuando un hombre de unos 50 años se desplomó y su hijo pidió la ayuda de un médico”. Ella aún no lo es. Estudia sexto de Medicina en la UdL. “Pero pasó un minuto que se hizo eterno y, a pesar de que había muchísima gente, no apareció ningún profesional, por lo que decidí intervenir”. No estuvo sola. Otras dos pasajeras resultaron ser enfermeras acabadas de graduar. Tres veinteañeras sin experiencia y un paciente que todo parecía indicar que sufría un infarto. “Vi que se llevaba la mano al tórax antes de caer, así que nerviosa pero teniendo claro lo que tenía que hacer pregunté a la familia si era diabético, epiléptico o si padecía una dolencia cardíaca y empecé con la maniobra de reanimación cardiopulmonar”. Desde el 112 advirtieron que la ambulancia tardaría, así que se turnaron. “Fue un trabajo en equipo”, asegura. Hicieron cinco ciclos de 30:2 compresiones. “En ese momento eres consciente que puedes perder al paciente y luchas por recuperarlo”. La Guardia Civil les facilitó un biombo y Roig hizo apartar a todo el mundo, incluidos los familiares. Era el momento de desfibrilar. La prueba de fuego. “Recobró el pulso a la primera, lo que no siempre pasa. Al poco rato recuperó la consciencia y, aunque estaba muy desorientado, nos dio las gracias por salvarlo”. Fue “muy emocionante”. Se abrazaron las tres, que no se conocían previamente, y Carolina Roig sintió que se confirmaba su vocación. “Siempre tuve claro que quería estudiar Medicina” y después de este bautismo de fuego se reafirma. “Es muy gratificante”. En el hospital confirmaron su diagnóstico. “Su hijo me ha mantenido informada estos días”. Asegura que si pudo actuar con tanta entereza es porque en la UdL “nos preparan muy bien” y se da mucha importancia a las prácticas.