Aprendiendo a salvar vidas

Empezar una reanimación cardiopulmonar (RCP) unos dos minutos después de que la víctima haya padecido un paro cardíaco puede aumentar sus posibilidades de supervivencia hasta en un 20%. Además, si antes de que pasen cinco minutos se utiliza un desfibrilador, la opciones de sobrevivir del afectado suben hasta un 70%. Estos son algunos de los datos que se dieron a conocer ayer en el taller sobre reanimación cardiopulmonar organizado por el Servei d’Emergències Mèdiques (SEM) con la colaboración de la empresa leridana dedicada a la salud del corazón, Neosalus, en la calle Doctor Fleming de Lleida, bajo el marco del Día Europeo sobre la Concienciación ante el paro cardíaco que se celebró el pasado día 16. Pero no solo de teoría constó esta actividad, también hubo práctica. Alrededor de 200 personas se animaron a aprender a hacer una RCP guiados por los médicos y técnicos del SEM. “Es muy importante que la sociedad sepa cómo actuar ante una situación así, eso salva vidas”, explicó el coordinador de proyectos de Neosalus, Rafa Ramírez. “El objetivo es que se adquieran unas nociones básicas. Hay dos pasos esenciales: Llamar al 112 en cuanto se presencia un paro, y comenzar a hacer compresiones torácicas hasta que lleguen los servicios de emergencias”, dijo Ramírez. Con respecto a las compresiones, el ritmo que debe seguirse es el de la canción Stayin’ Alive del grupo Bee Gees.

Cada día se registra en Catalunya un promedio de cinco fallecidos por muerte súbita, de los que un 40% podrían salvarse si se les practicara de manera inmediata una RCP. En España, la cifra de víctimas mortales por esta dolencia es de 30.000, mientras que en Europa son unas 350.000 las personas que pierden la vida anualmente.

La capital de Ponent cuenta con un total de 45 desfibriladores municipales repartidos por la ciudad

El ayuntamiento de Lleida ha puesto al servicio de la ciudadanía en su página web www.paeria.cat un mapa con la red de 45 desfibriladores (DEA) municipales que hay instalados en distintos barrios. Los aparatos están ubicados en edificios de públicos y en la calle, de forma estratégica en puntos que tienen en cuenta cuántas personas pasan y las características de los espacios, para dar la máxima cobertura. Asimismo, los pabellones y equipamientos deportivos municipales también cuentan todos con un desfibrilador.