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Libreros de Lleida, escépticos ante un Sant Jordi de verano

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El aplazamiento de la diada de Sant Jordi anunciado el martes por la Cambra del Llibre de Catalunya no cayó por sorpresa en el sector de las librerías, que ya se temía lo peor dadas las actuales circunstancias de práctica paralización del país por el coronavirus. Propietarios y responsables de librerías de las comarcas de Lleida manifestaron ayer a SEGRE su resignación y, a pesar de que celebraron que pueda organizarse en una fecha aún por decidir un Sant Jordi de verano, se mostraron escépticos de que pueda compensar los efectos negativos de la anulación de la diada el 23 de abril.

Jordi Caselles (librería Caselles de Lleida) aseguró que “las librerías sufriremos mucho porque es una fiesta ciudadana que la gente aprecia de forma especial”. El nuevo Sant Jordi tendría que programarse “en un día laborable y lo antes posible, en Lleida no creo que funcionara a principios de julio, ya en verano”. Por el contrario, la propia consellera de Cultura, Mariàngela Vilallonga, avanzó que un Día del Libro a finales de junio o principios de julio sería “tan espectacular” como el 23 de abril. Por su parte, Mertxe París (librería El Genet Blau de Lleida) señaló que “la clave es que se celebre también en un día laborable”, aunque en su opinión “sería más partidaria de que la campaña de ofertas, descuentos y actividades de Sant Jordi pudiera alargarse y no volver a concentrar la diada en un solo día en verano”.

Ramon Bosch (librería Issauna de Guissona) lamentó “las pérdidas por la anulación del día en que se venden más libros del año” y mostró su “esperanza en recuperar al menos una parte” con una diada de verano, informa Xavier Santesmasses. Jordi Salvat (librería Salvat de La Seu d’Urgell) expresó su “resignación ante unas pérdidas inevitables, entre un 4% y un 5% de las ventas de todo el año”, y opinió que un Sant Jordi de verano “nos ayudará pero ni mucho menos será lo mismo”, informa Cynthia Sans.

Por otro lado, el Gremi de Floristes de Catalunya lamentó que la decisión de aplazar Sant Jordi no fuera consensuada y apostó por mantener la venta de rosas y flores el 23 de abril si los comercios ya estuvieran abiertos. La Cambra del Llibre se desmarcó de la crítica y respondió que “hagan lo que crean que tienen que hacer”.

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