Confinamiento con niños entre juegos y estudio
Las familias elaboran un horario para organizar el día y marcar rutinas
La vida de las familias con niños pequeños antes del confinamiento por la crisis del Covid-19 era un ajetreo continuo de idas y venidas al trabajo, al colegio, a las actividades extraescolares, al parque o a comprar ropa o libros o lo que fuera. Entonces, quien más o quien menos, soñaba con poder estar un día entero en casa sin moverse, tranquilamente, para renovar fuerzas y encarar una nueva semana al mismo ritmo frenético. Ahora, tras casi dos semanas con los colegios cerrados a causa de la epidemia de coronavirus y las familias enclaustradas en sus domilicios, muchos padres, y también niños, sueñan con volver a recuperar la rutina o, simplemente, con poder salir de casa para dar una vuelta. En muchas familias al menos uno de los dos progenitores está en casa teletrabajando, de vacaciones forzosas o porque no puede abrir su negocio o se ha visto afectado por un Expediente de Regulación de Empleo. Para sobrellevar el día a día, han optado por elaborar un horario con tareas educativas (los niños tienen muchos deberes que los centros les mandan por vía telemática), ratos de ocio, juegos en familia, ejercicio físico y, cómo no, entretenimiento online. Y es que la vida entre cuatro paredes con internet resulta definitivamente mucho más amena. Los padres destacan que en la red encuentran múltiples tutoriales de actividades para entretener a los pequeños, desde recetas para cocinar en familia, manualidades de todo tipo, retos virales, circuitos de ejercicios, canciones, cuentos... Por un lado, padres con varios hijos indican que esta convivencia ‘forzosa’ las 24 horas está fortaleciendo la relación entre los hermanos, pero también reconocen que el confinamiento empieza a pasar factura, con niños y padres cada vez más irritables y ansiosos. Sobre todo entre los que viven en pisos pequeños, porque los que residen en casas con patio o jardín, al menos tienen la posibilidad de ‘salir’ de casa. Incluso los aplausos diarios desde el balcón o la ventana a las ocho de la tarde para agradecer la labor de los sanitarios son buenos para coger un poco de aire. En el caso de los escolares más mayores, la situación cambia, puesto que después del desconcierto inicial por ver truncada su vida tal como la entendían, son capaces de gestionar mejor su tiempo. Las familias destacan que otro hándicap del encierro por el Covid-19 es tener que teletrabajar con los pequeños ‘merodeando’ por la casa. Y es que estos días no es raro que en una videoconferencia de trabajo aparezca en segundo plano la cabeza de un niño o niña pidiendo la merienda o preguntando cualquier cosa a su madre o a su padre. Remarcan que concentrarse resulta una misión casi imposible y que muchos pequeños no entienden porqué sus padres (o al menos uno de ellos) están en casa pero no pueden jugar con ellos. En todo caso, el confinamiento está resultando una especie de máster en paciencia. Y más que lo será, puesto que los centros no tienen fecha de apertura.