Los paseos terapéuticos, una necesidad

Ansiedad, incertidumbre e irritabilidad son algunos de los efectos emocionales que pueden provocar las restricciones de movilidad por la crisis global del coronavirus, sobre todo en las personas con discapacidad intelectual. Aunque el ministerio de Sanidad permite salir a la calle a las personas con diagnóstico de espectro autista y conductas disruptivas, varias asociaciones han denunciado que sus usuarios han sido increpados e insultados durante estos paseos terapéuticos. En un comunicado, la Federación Catalana de Discapacidad Intelectual, Dincat, apela a la responsabilidad y la sensibilidad de la sociedad porque estos paseos “no son un capricho, sino una necesidad”. Desde la federación, que agrupa a 281 entidades sociales de Catalunya que representan a más de 30.000 personas, piden que se garanticen sus derechos y los de sus acompañantes, pues “hay que tener más empatía y entender la complejidad de la situación”. Algunos leridanos con niños con diversidad funcional y trastornos del espectro autista han optado por salir a la calle con un brazalete azul para evitar los ataques verbales desde los balcones. “Hay padres que no quieren ponerle a sus hijos distintivos porque creen que es una forma de discriminación, mientras otros, que sí se los ponen, también han recibido insultos durante sus paseos terapéuticos”, explica Rous Martínez, directora de la Associació Esportiva Pibody, que favorece en Lleida la inclusión en el deporte de personas con necesidades educativas especiales. Asegura que “todos tenemos miedo a salir a la calle porque no queremos contagiarnos pero, después de dos semanas, salir a tomar un poco de aire es una medida necesaria para preservar la salud de los pequeños y los jóvenes con autismo”. En esta línea se expresa también el director ejecutivo de Aspros, Enric Herrera, quien explica que “nos negamos a llevar un brazalete que nos señale porque creemos que no es la solución”. Herrera apuesta por “promover más responsabilidad social y empatía en una situación excepcional”, mientras destaca que “es una necesidad imperiosa que está reconocida por ley, de no ser así seríamos los primeros en quedarnos en casa”. Como en otras entidades como el Grup Alba de Tàrrega, un educador acompaña a un número reducido de personas con discapacidad en paseos de unos diez minutos, siguiendo las medidas de seguridad recomendadas por los sanitarios. Talma y Salut Mental de Ponent también defienden la finalidad terapéutica de estos paseos.