ESNOTICIA
Protagonistas involuntarios
Tras la estadística de altas, nuevos contagios y fallecimientos hay historias con nombres y apellidos
El pasado miércoles, el periodista y empresario leridano Tatxo Benet escribía en su cuenta de Twitter “Fa molt de goig i molta il·lusió escoltar que ahir hi va haver més de 1.500 altes i que una d’elles hagi sigut jo. És el primer cop que me n’alegro tant de formar part d’una estadística!”. Y es que tras el balance de altas, nuevos contagios y fallecimientos hay historias con nombres y apellidos. Son los protagonistas involuntarios de una pandemia que nos ha puesto a prueba no solo sanitariamente, sino como sociedad. En días de angustia e incertidumbre, las imágenes de los equipos sanitarios aplaudiendo a pacientes que recibían el alta médica han llenado de esperanza a muchas familias que viven de cerca la enfermedad. No lo han tenido fácil. Hay quien pasa el coronavirus en casa, sin más complicación que una gripe, pero en algunos casos el Covid-19 pone a prueba al enfermo y al equipo que lo atiende. Quienes han estado ingresados, algunos en la UCI, dan cuenta de lo mal que lo han pasado. En parte, también, por la soledad a la que obliga esta enfermedad, que separa a los infectados de sus seres queridos. Quienes están fuera del hospital reciben noticias con cuentagotas. Los ingresados, por su parte, no tienen más apoyo que el del personal sanitario, hasta el punto de que una red de expertos de toda España (psicólogos, terapeutas, trabajadores sociales y profesionales del duelo) han elaborado una guía, en la que ha colaborado Montse Robles, enfermera del hospital Arnau de Vilanova de Lleida y responsable asistencial del Servei de Suport al Dol de Ponent, para ayudar a los sanitarios en el acompañamiento de los últimos momentos de la vida de un paciente, a veces, sujetando su propio móvil para que se pueda despedir de sus familiares.
La muerte de una persona cercana en este contexto supone una doble pérdida. El proceso de duelo es más doloroso si cabe porque los familiares ni siquiera pueden abrazarse entre ellos. Velatorios prohibidos y entierros más que restrictivos hacen que despedirse sea, si cabe, más difícil.
“Lo peor de la peste no es que mata los cuerpos, sino que desnuda las almas y ese espectáculo suele ser horroroso”, escribe Albert Camus en La peste. Con el coronavirus, sin embargo, la sociedad leridana ha mostrado su mejor cara. La solidaridad se ha impuesto al Covid-19.