ESNOTICIA
Advierten de los daños y costes que causa tirar por el váter guantes y mascarillas
El año pasado la depuradora recogió 303 toneladas de residuos como toallitas, bastoncillos y colillas || Ecologistas piden “responsabilidad” para reducir daños en la fauna por micropartículas de plástico
Cada año llega a la depuradora de Lleida una gran cantidad de toneladas de residuos que la gente tira por el retrete, como toallitas, colillas, tampones, preservativos, bastoncillos de las orejas, colillas y hasta bolsas de plástico. Sin embargo, desde el inicio de la pandemia se han añadido los guantes y las mascarillas. El año pasado, la concesionaria del agua Aqualia recogió 303 toneladas de estos residuos en la depuradora, la cifra más alta en los últimos cinco años. “Estos hábitos de los vecinos son más que normales cada día porque no entienden que hay desechos que no se pueden tirar por el váter”, explicó ayer Joan Casanovas, de Aigües de Lleida, quien añadió que “desde el inicio de la pandemia nos hemos encontrado con que ahora también llegan guantes y mascarillas a la depuradora”. Todos estos residuos deben tirarse al contenedor de rechazo (el gris), ya que no son biodegradables, generan un gran problema en el proceso de depuración del agua y causan averías en la maquinaria, además de grandes costes. En relación al aumento de plásticos arrojados a la red de saneamiento, desde la entidad ecologista Greenpeace alertan de que además de producir atascos, estos productos “se desintegran en micropartículas plásticas que terminan directamente en cauces, ríos y mares, causando graves daños a la fauna. En esta misma línea, desde la Sociedad Española de Ornitología piden a la ciudadanía “responsabilidad” para que estos residuos, sobre todo mascarillas y guantes de un solo uso, sean desechados en contenedores y no acaben en el suelo, ya que “pueden convertirse en una nueva tipología de ‘basuraleza’ y generan un impacto negativo en el medioambiente”. En cuanto a los efectos del confinamiento, el portavoz de la entidad ecologista Ipcena, Joan Vázquez, destaca que “la parte positiva es que al reducirse la movilidad han bajado mucho los niveles de contaminación y la flora y la fauna está espléndida, sin turistas ni visitas en los parques naturales”. En el otro extremo, Vázquez apunta que “algunas empresas y ganaderos han aprovechado esta situación excepcional para saltarse la normativa aumentando las emisiones nocivas o el vertido de purines”.