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ESNOTICIA

Annus horribilis

Quedan cuatro días para que acabe un año atípico marcado por la pandemia de coronarius, que obligó a decretar el estado de alarma || La llegada, hoy, de la vacuna, una de las pocas noticias esperanzadoras de 2020

Los balcones se convirtieron en símbolo del confinamiento.

Los balcones se convirtieron en símbolo del confinamiento.ITMAR FABREGAT

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Cuatro días mal contados y despediremos 2020. Toca contener la respiración y cruzar los dedos porque, como dicta la implacable ley de Murphy, todo lo que puede ir mal, irá a peor. Las restricciones sanitarias no permitirán fiestas de fin de año de desenfreno pero, sin duda, pocos 31 de diciembre se han esperado con tantas ganas. No sabemos qué nos deparará 2021, pero hay prisa por dar carpetazo al que pasará a la historia como el año de la pandemia. Técnicamente, fue en 2019 cuando se diagnosticaron los primeros casos de coronavirus en Wuhan, pero ni en las peores pesadillas podía imaginarse que el SARS-CoV-2 llegaría a todos los rincones del planeta para cambiarnos la vida. Isabel II de Inglaterra calificó de annus horribilis 1996 por el sonado divorcio entre el príncipe Carlos y Lady Diana. Ahora eso parece una ridiculez. El inicio del mítico monólogo del replicante de Blade runner ha sido muy repetido este 2020: “He visto cosas que no creeríais...”. Y así ha sido. Enero había empezado con el tremendo temporal Gloria y la toma de posesión del primer gobierno de coalición de la historia moderna de España. En su día acapararon portadas, pero once meses después son temas casi olvidados, lejanos. En febrero se canceló el Mobile World Congress y todos nos llevamos las manos a la cabeza con el histerismo mundial por una infección que era, según se decía, como una gripe. Fue el preludio de lo que se nos venía encima. Marzo no trajo la primavera, como solía, sino el virus. La primera semana de ese mes empezaron a teñirse de rosa las redes sociales. El Fruiturisme de Aitona recibía los primeros visitantes a los campos de frutales en flor. En el Museu de Lleida se recibía la generosa donación de la colección de 1.001 grabados de Antoni Gelonch y, en las calles, se reivindicaba el 8 de marzo. En pocos días, todo cambió. El día 13 se suspendieron las clases y el 14 se decretó el estado de alarma. La palabra confinamiento entró a formar parte de nuestras vidas y, con ella, dos iconos: el papel higiénico, que se agotó en todos los establecimientos a pesar de que se reiterara que estaba garantizado el abastecimiento de los productos esenciales; y los balcones, que se convirtieron en la válvula de escape para los centenares de miles de personas que permanecieron encerradas en sus casas hasta mayo.

Las ciudades quedaron literalmente desiertas hasta el punto que se vieron jabalíes paseando tranquilamente por la céntrica calle Balmes de Barcelona. El silencio se rompía cada día a las ocho en punto de la tarde para dar un aplauso al personal sanitario. Se lo merecían. El virus fue más rápido que los recursos y trabajaron durante semanas sin material de protección y sin apenas información sobre la enfermedad. Resistiré, del Dúo Dinámico, se convirtió en la banda sonora del confinamiento, con permiso de los Stay Homas. Y cuando no se aplaudía, se cosían mascarillas caseras. Era la única manera de protegerse del virus, porque se agotaron en todo el mundo. También en marzo se registraron las primeras muertes por Covid-19 en las comarcas de Lleida. Un vecino de Oliana de 79 años tuvo el triste honor de abrir un siniestro marcador que ya suma más de 500 defunciones solo en las comarcas de Lleida. La mayoría ni quiera pudieron ser despedidos porque no se permitían los velatorios y solo unos pocos familiares podían acceder al cementerio. Dolor sobre dolor. También en marzo se declaró el primer brote de coronavirus en una residencia de la tercera edad. Àger fue la primera de una larga lista que culminó, de momento, con el drama de Tremp, donde murieron más de 60 ancianos.

Empezamos el mes visitando campos de frutales en flor, pero en pocos días todo se torció

El suplemento dominical ‘Lectura’ resume hoy en un número especial las imágenes del año

Para el poeta T.S. Eliot, “abril es el mes más cruel”. Y así fue. El encierro forzoso no conseguía doblegar la curva y siguió el degoteo de muertes y de ERTEs, un acrónimo que pasó a incorporarse a nuestro vocabulario. Hasta 36.000 trabajadores leridanos se quedaron temporalmente sin empleo y, lo que es peor, sin ingresos, porque las compensaciones aprobadas por el Gobierno llegaron muy tarde en la mayoría de casos.

Nos robaron el mes de abril, como en la canción de Sabina, pero los ánimos siguieron arriba y el triste Sant Jordi sin rosas ni librerías se celebró en los balcones. En mayo volvimos a salir de casa. Solo dos horas al día, con mascarilla obligatoria y por franjas horarias. Fue el inicio de lo que se denominó “nueva normalidad”, que de normal tiene muy poco. En junio reabrieron los geriátricos, aunque con restricciones, y nuestro compañero Pep Pon, jefe de Publicidad de SEGRE, abandonaba la UCI después de 91 días de lucha contra el coronavirus. Todo un récord. Se acumulaban las buenas noticias, pero fue un espejismo. En julio se reconfinó buena parte del Segrià, aunque, en general, hubo tregua veraniega. En septiembre empezó el curso con relativa normalidad. Pero solo relativa. El último fin de semana de octubre se instauró el toque de queda y los indicadores sanitarios han obligado a celebrar una Navidad de mínimos. Eso sí, hoy llega la esperada vacuna. Un poco de esperanza para cerrar un año para olvidar.

Los balcones se convirtieron en símbolo del confinamiento.

Los balcones se convirtieron en símbolo del confinamiento.ITMAR FABREGAT

Los balcones se convirtieron en símbolo del confinamiento.

Los balcones se convirtieron en símbolo del confinamiento.ITMAR FABREGAT

Los balcones se convirtieron en símbolo del confinamiento.

Los balcones se convirtieron en símbolo del confinamiento.ITMAR FABREGAT

Los balcones se convirtieron en símbolo del confinamiento.

Los balcones se convirtieron en símbolo del confinamiento.ITMAR FABREGAT

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