Campos llenos de calçots y restaurantes vacíos de clientela
La temporada llega al ecuador con dificultades para remontar
La temporada de calçots llega al ecuador con dificultades para remontar. La IGP Calçot de Valls, que aglutina una cincuentena de productores de Alt Camp y comarcas vecinas, evita cuantificar la caída de las ventas hasta a final de temporada. Los agricultores -conscientes de las perspectivas, plantaron un 25% menos calçots– ya firmarían de cerrarla con la misma producción del 2020.
El confinamiento comarcal asfixia al sector de la restauración. "Hacemos un 4% de las 'calçotades' que llegábamos a hacer", dicen desde Casa Fèlix en Valls. Intentan salvar los muebles a través de las ventas por Internet y a domicilio, una estrategia más con buena intención que resultados, en términos económicos, para salvar la temporada.
Campos llenos de calçots y restaurantes vacíos de clientela, un escenario que tendría que darse a la inversa y que denota la temporada atípica del cultivo de esta cebolla dulce. El clima, de momento, juega a su favor y el calçot crece a un ritmo tranquilo. Mientras, los agricultores hacen lo imposible por poder vender la producción, después de que el año pasado el coronavirus truncara una temporada que se preveía de récord, y finalmente se quedó en 16 millones de calçots recogidos, quedando a la tierra el 25% de la cosecha -unos 5 millones de calçots.