Sociedad
El perro que salvó el Mundial de Fútbol de 1966
Pickles logró lo que no consiguió Scotalnd Yard, recuperar la copa Jules Rimet robada meses antes del campeonato
El Mundial de Fútbol de 1966 entró en una grave crisis, que estuvo a punto de impedir su celebración, cuando en marzo de ese año, el trofeo "Jules Rimet", que se entregaba al campeón cada cuatro años, fue robada mientras era expuesta en el Westminster's Central Hall de Londres, en un hecho sin precedentes en la historia del campeonato. El presidente de la FIFA, Sir Stanley Rous, había aceptado su exposición pública, en el país anfitrión con la única condición de que fuese vigilada las 24 horas del día y se asegurase en 30.000 libras de la época.
Desde la primera edición celebrada en Uruguay en 1930, al campeón del Mundo se le entregaba una Copa de oro macizo, diseñada por el francés Abel Lafleur, que homenajeó en ella a la diosa griega Victoria, con un peso de cuatro kilos, de los que 1,8 eran de oro. En 1948 pasó a denominarse “Jules Rimet" en honor del creador del torneo y cabe decir que durante la Segunda Guerra Mundial jugó al escondite con los nazis que pretendían adueñarse de ella, escondida en una simple caja de zapatos en casa del vicepresidente de la Federación Italiana de Futbol, Ottorino Barassi.
El caso es que el robo de la Copa, a las puertas de su celebración en Inglaterra, dio la vuelta al mundo y Scotland Yard, pese a volcarse en el tema fue incapaz de dar con su paradero con una lluvia de pistas falsas y de detenciones de posibles sospechosos que no condujeron a nada, salvo una llamada anónima del supuesto ladrón que pedía, a cambio, 15.000 libras en billetes usados de una y cinco libras.
Sin embargo, semanas después, un ciudadano inglés, David Corbett, alertó a la policía que mientras paseaba a su perro, "Pickles", este se puso a escarbar en unos arbustos al sur de Londres para dejar al descubierto una caja, que en principio se pensó que podía contener un explosivo, pero que en realidad albergaba la copa robada.
Tras comprobarse que toda la historia era cierta, "Pickles" se convirtió en un verdadero héroe nacional recibiendo decenas de condecoraciones, entre ellas la de "perro del año 1966" y la medalla de plata de la Liga de Defensa Canina, además de convertirse en estrella de cine en una película en la que ayudaba a una agencia de detectives a esclarecer un complicado caso. Una marca de comida para mascotas le premió con suministrarle alimento gratis hasta su fallecimiento y él, y su dueño, fueron invitados de honor en el banquete de celebración del título ganado por Inglaterra (4-2 a Alemania en la final).
Sin embargo, esté no fue el único robo de la Copa en toda su historia. En diciembre de 1983, fue robada de la sede de la Federación Brasileña que la poseía en propiedad por sus títulos conseguidos en 1958, 1962 y 1970 pese a estar protegida en una urna de cristal antibalas y escoltada por un amplio servicio de seguridad. El robo perpetrado por una banda de profesionales, encabezada por el argentino Juan Carlos Hernández, consiguió trocear el trofeo y fundirlo. La Federación brasileña tuvo que encargar una réplica, que es la que se sigue utilizando actualmente, que costó la friolera de 254.000 libras esterlinas.