Vacunados contra el miedo

Sonrisas bajo las mascarillas. Después de un año que se ha hecho largo, Sant Jordi se convirtió en un punto de inflexión que ha devuelto una cierta normalidad a las calles en vísperas de la relajación de algunas restricciones. El lunes se levanta el confinamiento comarcal y los alumnos de Bachillerato y Ciclos Formativos volverán a las aulas.

Las ansiadas vacunas llegaron en plenas fiestas navideñas, pero la inmunización mental no se ha producido hasta Sant Jordi. El Día del Libro se convirtió en la primera fiesta que regresaba a las calles tras más de un año de pandemia.

Un punto de inflexión en vísperas de una relajación de las restricciones sanitarias, ya que a partir de mañana se levanta el confinamiento comarcal, se retoman las clases presenciales en Bachillerato y Ciclos Formativos, se amplía al 50% el aforo de gimnasios y centros de culto, se permitirán las reuniones de hasta seis personas aun que no formen parte de una burbuja de convivencia y podrán reabrir las cafeterías y restaurantes de centros comerciales, aunque se mantiene el horario de 7,30 a 17.00 para la restauración. .

Cuando el 2 de mayo del año pasado se puso fin a un mes y medio de estricto confinamiento domiciliario, se dijo que se avanzaba hacia una “nueva normalidad”, pero las salidas a la calle por franjas horarias, con la hostelería y los comercios no esenciales cerrados y la prohibición de salir del término municipal estaban muy lejos de asemejarse a cómo era la vida antes de marzo de 2020. El viernes algo cambió.

Tener a las personas mayores ya vacunadas da tranquilidad a los grupos de menor riesgo

La psicóloga y profesora de la UdL Rosa Maria Pérez dice que “tenemos la necesidad vital de estar ilusionados después de un año muy duro para todos” y por Sant Jordi confluyeron dos factores: más de un 22% de la población ya está vacunada y casi todos los mayores de más riesgo ya se han inmunizado. Además, fue un día de sol y de subida de las temperaturas después de una primavera más fría de lo habitual.

“Todo estuvo a favor para que la gente volviera a salir a la calle e incluso las personas que no suelen comprar libros se animaran a hacerlo porque se sentían esperanzados”. Pero “aunque tengamos muchas ganas de que esto acabe no podemos bajar la guardia” porque aunque localmente hayan mejorado algunos parámetros, “si no se erradica la enfermedad en todo el mundo no habremos avanzado mucho”.

En este sentido, Pérez recuerda que los días de solidaridad, aplausos y carteles de “tot anirà bé” respondían a la vulnerabilidad compartida de toda la sociedad, que se enfrentaba al virus en las mismas condiciones. “Ahora no pasa”.

Esta psicóloga y profesora de la UdL añade que para culminar el proceso de curación mental “necesitamos volver a hacer proyectos de futuro” y sentir que controlamos nuestras vidas, por eso “estamos tan esperanzados, porque lo necesitamos”. Y lo cierto es que ayer se llenaron las terrazas a la hora del vermut, se hicieron pícnics de el parque de la canalización del Segre, y no cabía un alfiler en la calle Major, donde se vieron colas en la librería Caselles de lectores que el viernes se quedaron con las ganas de comprar su libro de Sant Jordi, ya que la limitación de aforo en la rambla Francesc Macià provocó largas colas a última hora de la tarde.

Si no fuera por las mascarillas obligatorias, las fotografías parecen anteriores a la pandemia. “Desde que han vacunado a mis padres no tengo tanto miedo y salgo más”, reconocían ayer diversos transeúntes en el Eix Comercial.

La nueva normalidad parace que, esta vez sí, empezará a partir de mañana. .