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Expertos avisan de la amenaza de bacterias resistentes en plantas depuradoras

Los microbios usados para degradar los contaminantes evolucionan y adquieren resistencia a los antibióticos

La depuradora de Guissona, una de las tres de la comarca.

La depuradora de Guissona, una de las tres de la comarca.X. S.

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Una depuradora de aguas residuales, o planta de depuración, es el lugar en el que se realiza el tratamiento adecuado sobre este tipo de aguas, con el fin de poder reutilizarlas. Estas instalaciones cumplen un importante papel en el medio ambiente, ya que las actividades humanas generan unos 330.000 hectómetros cúbicos al año de aguas residuales que contienen metales pesados, carbohidratos, antimicrobianos y patógenos que contaminan el medio ambiente y expanden enfermedades.

Las bacterias en los sistemas de tratamiento de aguas residuales eliminan la materia orgánica  para transformarla en crecimiento de nuevas células y en subproductos y purificar así las aguas, pero también conllevan riesgos, porque estos microorganismos evolucionan para resistir a los agentes contaminantes y aumentan su resistencia a los fármacos antimicrobianos. 

Los avisos sobre su crecimiento y las consecuencias para la salud empiezan a ser alarmantes: la ONU ha calculado que cada año fallecen unas 700.000 personas por enfermedades provocadas por patógenos inmunes a las medicinas. "Si no se toman medidas urgentes, podrían causar diez millones de muertes anuales en 2050", se advirtió en la sesión de la Asamblea General en abril pasado. "Como la pandemia presente y creciente que es, la resistencia a los antimicrobianos debe ser parte central de la preparación para una futura emergencia sanitaria", expuso entonces el presidente de la Asamblea de la ONU, el turco Volkan Bozkir. 

En España, los casos de infecciones con microbios resistentes han ido creciendo, lo que ha colocado en zona naranja y roja a muchos fármacos. El Ministerio de Sanidad calculó que en 2016 fallecieron 2.956 personas en España por esta causa y tratar las infecciones resistentes supuso un esfuerzo de al menos 150 millones de euros.

España es de los países que más antibióticos consumen en la Unión Europea, a pesar de experimentar un descenso del 7% entre 2015 y 2018. La bajada en la venta de antibióticos veterinarios fue del 30%, un dato significativo, ya que España lideraba de manera destacada esta clasificación, punto esencial en la creación de superbacterias, según el Plan Nacional frente a las resistencias aprobado en 2019 y que debe durar hasta este 2021.

El peligro real es que los médicos terminen por quedarse sin medicinas para muchas infecciones. Enfermedades que saltan de animales a humanos mediante la comida y patologías de transmisión sexual son las más preocupantes, según ha explicado en numerosas ocasiones el Centro Europeo de Control de Enfermedades.

La resistencia se crea mediante las mutaciones que generan los patógenos al encontrarse en un medio hostil. El abuso de antibióticos en el ganado o las personas crean esas condiciones. Pero también se ha detectado que la contaminación ambiental es un caldo de cultivo perfecto: los residuos químicos que acaban en el agua y el suelo hacen que las bacterias desarrollen esas resistencias. Ahora se le añaden las depuradoras, donde las bacterias mutan y se seleccionan para ser cada vez más fuertes. Y una vez mutadas, pueden viajar hasta infectar a las personas con su nuevo blindaje genético desarrollado.

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