¿Cómo nos afecta el calor cuando dormimos?
Combatir el calor durante las abrasadoras noches de verano será posible gracias a estos consejos
Las tardes de verano son muy bonitas hasta que llega la hora de dormir. Da vueltas en la cama, te revuelves o te quitas las sábanas debido a una sofocante noche que no se soluciona abriendo la ventana. ¿Cómo afecta el calor a nuestra capacidad de conciliar el sueño?
El principal factor: la temperatura
Las altas y cálidas temperaturas impiden que nuestro cuerpo elimine el calor y se enfríe antes de dormir. Por esta razón, las noches de verano calurosas y húmedas pueden dificultar que las personas se duerman y permanezcan dormidas. Como consecuencia, se reduce la eficiencia del sueño, es decir, una medida de la calidad del sueño basada en el tiempo que se pasa en la cama en comparación con el tiempo que se pasa durmiendo. Por ejemplo, un 85% de eficiencia del sueño o superior se considera "normal", mientras que las personas que duermen muy bien suelen superar el umbral del 90%.
Por otra parte, el mercurio también afecta al sueño. Las altas temperaturas hacen subir el mercurio más de lo debido, provocando así una interrupción del tiempo que pasamos en etapas importantes del sueño, como la fase REM (donde se consolidan los recuerdos). Cada etapa del sueño es igual de importante y contribuye al proceso de rejuvenecimiento que necesitamos para funcionar lo mejor posible.
En una encuesta realizada por la compañía especializada en descanso Emma - The Sleeping Company sobre el sueño, los participantes afirmaron que las principales desventajas de la falta de sueño son el empeoramiento de las capacidades cognitivas (71%), la reducción de la productividad (70%) y el mal humor (68%). Además, el 46% estuvo de acuerdo en que la temperatura es importante, lo que refleja la necesidad de considerarla como un factor determinante de la calidad del sueño durante la época estival.
Según la Fundación del Sueño, para poder descansar bien, el dormitorio debe estar a 18,3 grados centígrados, aunque los médicos sugieren ajustarla entre 15,6º y 19,4º. La mayoría de los adultos se sienten más cómodos durmiendo entre los 15°C y los 22°C. Sin embargo, la temperatura óptima para las personas mayores se sitúa entre los 19°C y los 21°C. En el caso de los bebés, para que logren un sueño óptimo y sin interrupciones, se sugiere mantener una temperatura ambiente algo más fresca, entre 18°C y 21°C.
Aparte de mantener una temperatura ideal en el dormitorio, la Dra. Verena Senn, Neurobióloga y Responsable de la Investigación sobre el Sueño en Emma - The Sleep Company recomienda mantener la temperatura corporal central fresca mediante una ducha caliente antes de acostarse ya que elimina el exceso de calor corporal. También son una opción los dispositivos de aire acondicionado o ventiladores, pero cabe recordar sus efectos negativos, como puede ser la reducción de la humedad del aire.