Frutos secos: Por qué es bueno tomar un puñado al día
Los frutos secos son alimentos muy nutritivos. Contienen grasas cardiosaludables y mucha proteína, fibra, vitaminas y minerales. También son alimentos calóricos: sólo 100 g proporcionan unas 500 kilocalorías y aportan muchas grasas, el 80% de sus calorías. De hecho, muchos se utilizan para fabricar aceites. Si se consumen tostados o fritos, añaden más calorías... aún así, los frutos secos no tienen por qué quedarse fuera de las dietas de adelgazamiento, siempre y cuando se consuman crudos y con moderación. Las propiedades nutricionales los hacen muy recomendables para dietas con un gran gasto energético: deportistas, convalecencia, embarazo, etc.
Los frutos secos contienen un 85% de ácidos grasos insaturados, los cardiosaludables, algunos de los cuales "ayudan" a reducir el colesterol, como los omega 3 (abundante en nueces), omega 9 (en avellanas, almendras, pistachos y nueces de macadamia) y los esteroles (en anacardos y pecanas).
Algunos, como los anacardos, las avellanas y las nueces, contienen arginina, un aminoácido esencial para el sistema cardiovascular. Los hipertensos, y las personas con una dieta baja en sodio, tendrán que evitar las variantes saladas de los frutos secos. Por su alto contenido en proteínas (a veces más de un 20%) y fibra, que ayuda a regular el tránsito intestinal, se recomienda consumir frutos secos de forma habitual, por ejemplo, un puñado al día (unos 30 g).
Los nutrientes que proporcionan suponen también una buena fuente de antioxidantes (vitamina E, selenio, ácido fólico) que ayudan a combatir algunos tipos de cáncer, enfermedades cardiovasculares y el envejecimiento celular. Lo mejor es consumirlos crudos, porque aportan menos calorías y porque, durante el proceso de fritura o tueste, el calor elimina parte de las vitaminas.
Si se consumen combinados con cereales, el aporte de proteínas puede ser equivalente al de la carne, el pescado o los huevos. Para que se conserven en perfectas condiciones, guárdalos en un envase hermético, en un lugar fresco y seco. La nevera es la mejor opción, si vas a tardar tiempo en consumirlos.
Pero los frutos secos además pueden provocar alergias. Los alérgicos deben vigilar también la composición de otros productos, ya que muchos contienen trazas de frutos secos (chocolates, cacaos, galletas, helados, salsas, aperitivos, panes, etc.). Para evitar las alergias tempranas, los pediatras suelen recomendar que los niños no consuman frutos secos hasta después de los dos años. Pero si no hay problemas de alergia, plantéate recurrir a los frutos secos como una buena opción para meriendas o tentempiés saludables, para niños y adultos.