¿Qué son los incendios de sexta generación y por qué es tan difícil extinguirlos?
El incendio de Sierra Bermeja, en Málaga, que finalmente hoy se ha dado por controlado se trata de uno de los incendios considerados de "sexta generación", que se caracterizan por modificar la meteorología de su alrededor y por su comportamiento errático, lo que plantea máxima dificultad a la hora de combatirlos. La masa de combustible es tan grande que el fuego modifica las condiciones meteorológicas, crea remolinos, tormentas, cambia de rumbo, acelera… Son fuegos que superan la capacidad de extinción de las brigadas forestales, cuyo límite son llamas de tres metros y velocidad de propagación de 2 km/h.
El aire cálido empieza a subir de manera muy intensa, como una chimenea, y succiona todo el aire que está en todas las zonas del incendio, lo que a su vez vuelve a generar más calor. En el momento en el que alcanza capas más altas de la atmósfera, ese humo del incendio de color negro empieza a condensar la humedad que tiene alrededor, y se empieza a ver una nube un poco más blanca, que es ya una nube en sí misma. Estas nubes, llamadas pirocúmulos, pueden provocar tormentas de fuego, lo que a veces obliga a retirar los equipos de extinción para mantenerlos a salvo. Además, este material que cae provoca focos secundarios.
Las causas principales de este tipo de incendios son el cambio climático (aumento de la temperatura y descenso de la humedad) y el abandono de las zonas rurales, ya que esto provoca que haya más vegetación y menos cortafuegos.
Los incendios de primera generación son los que se producen en los años 50-60 con el éxodo rural a las ciudades y desaparecen las tierras de cultivo que servían de cortafuegos. Los de segunda generación ocurren en los años 70 y 80, según se va acumulando combustible en los campos de cultivo abandonados, lo que provoca que los fuegos sean más rápidos y quemen entre 5.000 y 10.000 hectáreas.
Con la acumulación en el campo de más madera y restos vegetales, los incendios van ganando terreno también en altura, dando lugar a los incendios de tercera generación en los años 90. Los de cuarta generación surgen a partir de los años 2000 y se refieren a aquellos siniestros que afectan a zonas habitadas muy cerca de espacios naturales, como consecuencia de la expansión urbanística y del aumento de la superficie forestal. Los de quinta generación son como los anteriores, pero simultáneos, afectando a distintos puntos a la vez.