ESNOTICIA
El escándalo de Mossèn Cinto
No se recuerda un escándalo comparable al del caso Novell en la iglesia catalana desde Mossèn Cinto Verdaguer. El máximo exponente de la Renaixença literaria catalana protagonizó episodios que alarmaron a la jerarquía eclesiástica. Verdaguer, una de las grandes figuras de la Catalunya moderna y el hombre que devolvió al catalán la categoría de lengua literaria con la publicación de L’Atlàntida y Canigó, hizo un viaje a Palestina en los años ochenta del siglo XIX del que regresó transformado.
Vivió una crisis mística que le llevó a la práctica de exorcismos para expulsar los malos espíritus que, según creía, sumían a los pobres en la miseria. Sus esoterismos se enmarcaban en una Barcelona que acogía los primeros congresos internacionales espiritistas, en los que se promovía ideas más cercanas al anarquismo que al catolicismo. Mossèn Cinto llevaba años como párroco particular de los marqueses de Comillas, con los que tenía una profunda relación en el Palau Moja de Barcelona.
Con el marqués y con la marquesa, Maria Gayón, una joven de 17 años bella, tímida y piadosa de la que fue consejero y confesor y con quien algunos han querido ver una relación romántica que nunca se ha acreditado, pero que en su momento dio mucho que hablar. Tanto, que el obispo de Vic, ya sea por esas habladurías o por los exorcismos, le suspendió de sus funciones sacerdotales, que mossèn Cinto recuperó tras firmar una serie de artículos en la prensa bajo el título ‘En defensa pròpia’ que algunos han comparado, quizás demasiado generosamente, con el célebre ‘J’accuse’ de Zola de esos mismos años en Francia. Hay similitudes con el caso Novell, sí, pero también grandes diferencias.
“Feia tants anys que no havia sortit en aquest país un gran poeta, que tothom quedà parat. Per fortuna, el fet es produí. Fou extraordinari.
Fou una aparició per a tothom: per als savis i per a la massa. En la nostra literatura, fou importantíssim. Volia dir simplement que Verdaguer és un gran poeta variable i que és un prosista d’una utilitat sense rival possible.
I ja està dit”. Eso escribió Josep Pla. No consta que nadie haya escrito algo semejante de Novell, ni tampoco de su amante escritora.
“Lo que ha ocurrido con el caso Novell es más viejo que el ‘anar a peu’”“A raíz de lo del caso Novell, quería decir que es más viejo que el anar a peu”, soltó el otro día el historiador Josep Palau Baduell, y lo razonó en un amplio hilo de twitter. Palau, medievalista y profesor de Historia del Arte en la Universitat Pompeu Fabra, explicó que “hace más de 700 años era la cosa más normal del mundo. En mi tesis estudié el obispado de Urgell entre 1312 y 1315.
De las aproximadamente 500 parroquias visitadas, 254 tenían clérigos que no mantenían el celibato”. Palau se refiere a la tesis doctoral El bisbat d’Urgell a l’inici del segle XIV (a través de la visita pastoral de 1312 a 1315). El medievalista cree que estas cifras, que representan más de la mitad de los sacerdotes de la diócesis a principios del siglo XIV, todavía se quedan cortas.
“Teniendo en cuenta que el celibato es un deber de los clérigos, sorprende que tantos no siguieran la norma. Y seguramente el número de clérigos concubinarios era más elevado porque, en muchos casos, ellos mismos respondían el cuestionario donde se les preguntaba si eran célibes”. Palau señala que “normalmente los testigos explicaban que el cura tenía concubina (tenet publice concubinam) o que la había tenido (consuevit tenere), sin entrar en más detalles.
Cabe destacar aquí la importancia del publice, es decir, públicamente, lo que empeoraba el pecado”. Palau afirma que en su estudio encontró relaciones de sacerdotes con más de una concubina: “Lo más habitual era que el clérigo tuviera solo una, a imitación de las relaciones heterosexuales laicas, pero hay ocasiones en las que tenía más de una, entrando, pues, en el terreno de la poligamia”. Y pone un ejemplo significativo: “el caso más sonado es el de Ferrer de Barberà, canónigo de la Seu d’Urgell, quien tenía tres concubinas: una con la que tenía tres hijos, otra con la que tenía dos y una última, que tomó virgen, con la que” en los años objeto del estudio “tenía un niño de 6 meses”.