¿Pueden los animales predecir los terremotos?
Agricultores y ganaderos llevan siglos aprovechando los ‘mensajes’ de los animales para pronosticar el tiempo. A lo largo de los años se ha observado que cuando va a llover las hormigas regresan en fila a su hormiguero o las vacas se agrupan y se tumban en el suelo; cuando se acercan masas de aire frío, aves como el grajo empiezan a volar a ras de tierra...
Los científicos se preguntan si la conducta de los animales, así como 'predice' los cambios de tiempo podría hacer lo propio con los terremotos. De momento, no hay unanimidad, ya que el número de citas sobre comportamientos inusuales de los animales justo antes de un movimiento sísmico es incontable. Perros que emiten sin cesar aullidos lastimeros, gatos que se refugian de pronto sin motivo aparente en sus camas, pájaros que dejan de cantar, caballos que se mueven de un lado para otro aterrorizados…
El estudio más reciente, de 2020, con Martin Wikelski, del Instituto Max Planck de Comportamiento Animal alemán como investigador principal, analizó un hecho constatado: un grupo de animales domésticos (vacas, ovejas y perros) mostró repetidamente niveles de actividad inusualmente altos antes de varios terremotos, con tiempos de anticipación (de 1 a 20 horas) y una relación inversamente proporcional a la distancia de los epicentros (de 5 a 28 km).
La conclusión es que sí existen “patrones estadísticamente confiables de actividad presísmica” en animales que podrían generar “información valiosa para la predicción de terremotos a corto plazo”. Los perros fueron los más sensibles, seguidos por las vacas, mientras que la actividad de las ovejas apenas cambió.
Además, también los patrones reactivos difieren entre las especies. Mientras que los perros se volvieron hiperactivos como respuesta a los terremotos, las vacas inicialmente se volvieron atípicamente tranquilas, pero luego aumentaron su actividad en respuesta a la actividad de los perros.
Los investigadores señalan que hacen falta más estudios porque la actividad animal en una sola granja no puede identificar de antemano con seguridad el tiempo y la distancia de un futuro terremoto. De hecho aparecieron datos muy similares cuando iba a ocurrir un terremoto a una distancia mayor de la granja pero pronto, y cuando iba a ocurrirá cerca pero no tan pronto. De tal manera que para estimar el tiempo y la ubicación de un futuro terremoto, según los científicos, se necesitaría “un sistema de triangulación para pronosticar el epicentro más probable dentro de un entorno de aproximadamente 20 o 30 kilómetros” y observar “el comportamiento de muchos animales en diferentes lugares durante un largo período y en entornos muy controlados”, señala el estudio. Pero estos investigadores están convencidos de que es posible hacerlo.
Un estudio realizado en 2011 en Japón, encabezado por Hiroyuki Yamauchi, de la Universidad Kyushu analizó los comportamientos inusuales de varios animales y los cambios en la producción de las vacas lecheras antes de un terremoto registrado en la costa del Pacífico de Tohoku. Conclusión: el número de comportamientos inusuales disminuyó a medida que la distancia al epicentro aumentaba. Y la inquietud de los animales fue mucho mayor justo antes de aquel gran terremoto. Además, la producción de leche disminuyó de cuatro a seis días antes del terremoto en la instalación más cercana al epicentro (a 340 kilómetros). Los autores del estudio indicaron en sus conclusiones que estos dos fenómenos podrían contribuir a la predicción de los terremotos, pero admiten que serían necesarios estudios más profundos y detallados.
Por contra, un informe publicado en 2018, titulado ‘Revisión: ¿Pueden los animales predecir los terremotos?’ concluye que existen “fuertes debilidades” o incluso "déficits" en muchos de los informes publicados sobre posibles comportamientos animales anormales. Apunta que para mejorar la investigación haría falta evaluar para asegurar la calidad de tales afirmaciones.
“En la percepción pública, se asume ampliamente que el comportamiento anormal de los animales es un precursor potencial de un terremoto, en fuerte contraste con el punto de vista de las ciencias naturales”, recoge el estudio, capitaneado por Heiko Woith, del Centro Alemán de Investigaciones de Geociencias. Quienes defienden que los animales sí predicen los terremotos afirman que estos sienten y reaccionan de manera anormal a pequeños cambios en los parámetros ambientales y físico-químicos relacionados con el proceso de preparación del movimiento sísmico. Pero en sismología, por el contrario, “la evidencia observacional de cambios en los parámetros físicos antes de los terremotos es muy débil”.