El Liceu, siempre en la memoria

Han pasado ya ochenta y cuatro años de aquel trágico 2 de noviembre de 1937 en el que los bombarderos fascistas arrasaron la ciudad de Lleida y mataron a más de 250 personas, incluidos medio centenar de alumnos y profesores que en aquel momento se encontraban en las aulas del Liceu Escolar, pero la herida sigue abierta para aquellos niños que consiguieron sobrevivir al horror, ‘voces de la memoria’ que todavía a día de hoy se emocionan al recordar el que fue uno de los episodios más crueles de la Guerra Civil. Decenas de personas, entre ellos dos exalumnos del Liceu Escolar −hay otros cuatro supervivientes que no pudieron asistir al acto− y familiares del pedagogo Frederic Godàs y de antiguos estudiantes ya difuntos, se volvieron a congregaron la avenida Blondel, lugar en el que se encontraban esta escuela, para rendir un sentido homenaje a las víctimas y supervivientes de aquel fatídico día. El acto, presidido por el alcalde Miquel Pueyo y la concejala Sandra Castro, comenzó con un relato contextualizado de los hechos de la mano del historiador Oriol Bosch.

En su discurso, el paer en cap destacó que “los fascismos, las guerras y las amenazas a la democracia y a las libertades siguen vivos y, por lo tanto, la sociedad tiene que recordar episodios como el bombardeo de 1937 en Lleida, para que nada parecido pueda volver a suceder”. Asimismo, avanzó que antes de finales de año se prevé la retirada del escudo franquista que todavía permanece en el Turó de Gardeny y que será trasladado al Arxiu Arqueològic del ayuntamiento de Lleida. La Paeria también tendrá en cuenta la demanda expresada para establecer un punto de memoria en la Seu Vella, en recuerdo de las personas que estuvieron encarceladas allí después de la Guerra Civil.

Tras la tradicional ofrenda floral ante la escultura Memòria, Dignitat i Vida, el homenaje finalizó con una actuación musical y escénica a cargo de la alumna del Conservatori Municipal, Elena Gasós, y de las profesoras del Aula Municipal de Teatre, Ares Piqué, Maricel Cano y Mireia Teixidó. El acto fue filmado y se reproducirá en los centros educativos de la ciudad.

«Un hombre me metió dentro de mi edificio y así nos salvamos»

Jordi Quílez es, junto a Ramon Ortín, uno de los exalumnos del Liceu Escolar que ayer asistieron al acto conmemorativo a las víctimas del bombardeo.

No puede evitar emocionarse al recordar aquel 2 de noviembre de 1937 en el que, con tan solo seis años, “las bombas me sorprendieron en la calle. Ese día solo fui a la escuela por la mañana porque por la tarde tenía que ir al médico. Cuando empezó el bombardeo, un hombre que pasaba corriendo por allí me cogió en brazos y me metió dentro del edificio de mi casa, que estaba justo al lado.

Él se tiró encima mío para protegerme y los dos nos salvamos”. Recuerda que “en aquel momento llegó mi padre a casa, que estaba asustado porque se pensaba que yo había ido al colegio. Mis hermanos sí que estaban en clase, en un otra escuela de la calle Cavallers, y nos los encontrábamos por ningún lado.

Resultado que unos parientes nuestros los habían recogido y se los habían llevado a una torre, para protegerlos. Más tarde me dijeron que había caído una bomba en el colegio de mis hermanos pero se salvaron porque no llegó a explotar”.

La Baula recuerda el bombardeo con una sirena desde la Seu Vella

Nueve aviones Saboya-Marchetti S.M.79 de la aviación fascista italiana bombardearon el 2 de noviembre a las cuatro de la tarde. La sirena de aviso no sonó y el ataque cogió por sorpresa a los leridanos en un momento en el que los niños entraban a las aulas y los comercios estaban abiertos.Ayer, el Ateneu Cooperatiu la Baula, en el marco del ciclo ‘Premi2N a la lluita antifeixista i per les llibertats’, hizo sonar el aviso desde la Seu Vella. Además de una ofrenda floral en Blondel, entregó los Premis 2N a Amical de Mauthausen, el Front d’Alliberament Gai de Catalunya y la asociación de víctimas del franquismo de la fosa 212 de Paterna.