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Tres microbiólogos descubren a los verdaderos enemigos de James Bond

El agente 007 solo se lava las manos dos veces, nunca limpia la fruta, tiene 59 encuentros sexuales sin protección y jamás se ha vacunado

Daniel Craig, quien interpreta al Agente 007, junto a las actrices Lashana Lynch y Léa Seydoux.

Daniel Craig, quien interpreta al Agente 007, junto a las actrices Lashana Lynch y Léa Seydoux.EFE/EPA/NEIL HALL

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Tres microbiólogos han visto las veinticinco películas de la saga 007 desde Dr. No (1962) hasta No time to die (2021) y han plasmado el resultado de sus observaciones en No hay tiempo para morir: un análisis en profundidad de la exposición de James Bond a agentes infecciosos, un artículo salpicado de humor. Han examinado 86 viajes internacionales de James Bond a 46 destinos identificables, y han comparado su comportamiento y hábitos con las recomendaciones para esos lugares de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC).

De ello se desprende que el espia más famoso de todos los tiempos, que ha sido interpretado por Sean Connery, Roger Moore, Pierce Brosnan, Timothy Dalton, George Lazenby Daniel Craig, ha desafiado a la muerte muchas más veces de las que creemos. Y sus archienemigos más peligrosos no son el Doctor No, Goldfinger, Blofeld, Le Chiffre o Safin, sinó los riesgos que toma al entrar en contacto con animales, entornos o microorganismos potencialmente peligrosos sin ningún tipo de precaución. 

Los microbiólogos Wouter Graumans y Teun Bousema, del Centro Médico de la Universidad de Radboud (Países Bajos), y William J.R. Stone, de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres concluyen que uno de los factores de riesgo más obvios para 007 es su elevada promiscuidad. Los autores han contabilizado 59 encuentros sexuales -2,4 por película- y sólo en tres ocasiones (el 5,1% de las parejas de Bond) la relación es de larga duración o aguanta dos filmes. El agente del MI6 no toma, además, ninguna precaución (no hay constancia de que alguna vez use condón) y, aunque a él no le pase nada, sus relaciones sexuales son de alto riesgo... ¡para sus parejas!: un tercio de ellas muere poco después si bien ninguna por una enfermedad de transmisión sexual, destacan los investigadores.

El agente secreto más glamuroso sólo se ha lavado las manos dos veces: una después de una comida, en Desde Rusia con amor'(1963), y otra tras matar a un adversario en unos baños de lodo, en Diamantes para la eternidad (1971). Come habitualmente fruta sin lavar y, con su gusto por las ostras vivas, se expone repetidamente a vibrios (como los que causan el cólera), norovirus y virus de hepatitis.

Por lo que se refiere a las vacunas, no hay constancia de que se haya puesto ninguna. Aunque viajó varias veces a Japón poco después de la pandemia de gripe asiática H2N2 (1957-1958), gripe que mató en Asia a entre 1 y 4 millones de personas, en Sólo se vive dos veces (1967) se metió entre multitudes sin guardar distancias, "incluso en transporte público", y en Sólo para sus ojos (1981), para disfrazarse, "se cubrió la cara y la boca con una mascarilla usada poco antes por otra persona. Dado que el virus SARS-CoV2 puede detectarse en mascarillas quirúrgicas durante una semana después de la exposición, existen muchas razones para creer que también otros virus respiratorios pueden sobrevivir en la tela", indican Graumans, Stone y Bousema.

A pesar de que en varios de sus destinos son endémicas la malaria, el dengue y la chikunguña, Bond "no toma siquiera las precauciones más básicas contra las picaduras de insectos y a veces se deja engañar por la sabiduría local. En Jamaica, un tipo al que acaba de conocer le recomienda usar agua salada para defenderse de los mosquitos que pican durante el día (presumiblemente 'Aedes', vector del reciente brote pandémico de dengue, que provocó una epidemia local en 1960)".

En una misión en Japón, donde la picadura de un mosquito puede transmitir al virus causante de un tipo de encefalitis, "no solo duerme con las ventanas abiertas, sino que también ignora el zumbido de un mosquito durante una inspección de un helicóptero monoplaza aeronáuticamente más interesante".

En Desde Rusia con amor (1963), Bond hace un corto viaje en barca por la Cisterna Basílica -la más grande de las cisternas bizantina construidas bajo Estambul- rodeado de ratas, cuando "se recomienda encarecidamente que se evite el contacto con agua contaminada con orina de rata para prevenir una posible infección por Leptospira", bacteria que puede causar una enfermedad grave e incluso la muerte. Y en India, cuando le muerde una sanguijuela, portadora de 'Aeromonas', una bacteria que puede provocar desde leves infecciones de heridas y diarrea hasta graves septicemias, el espía mata al animal "con su mechero, aumentando inadvertidamente la probabilidad de que regurgite su contenido intestinal en su torrente sanguíneo".

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