El lugar del Pirineo que todo el mundo hace cola para ver
El espectáculo de hielo en el Torrente de la Cabaña (Campdevànol, Ripollès), con la caída del agua completamente congelada, ha atraído la atención de centenares de visitantes. El fin de semana correspondiente al 22 y 23 de enero recibió a más de 800 personas y los aparcamientos del polígono Niubó y la Fuente del Querol quedaron saturados, hasta el punto que los vehículos acabaron aparcando en los arcenes de la carretera.
"No nos lo esperábamos", admite la alcaldesa de Campdevànol, a Dolors Costa. Es por eso que el Ayuntamiento ha decidido recuperar el dispositivo de control que aplicaba en verano y desde el 29 de enero se tiene que pagar una ecotasa de 5 euros durante los fines de semana. Además, se limita el aforo a 300 personas por día.
La gran mayoría de personas que han ido estaban al corriente de la medida y lo aprueban. En este sentido, la Mireia Duran que viene de Vic con dos amigas, lamenta que se tenga que llegar a este punto, pero lo ve bien. "Realmente nos han comentado que los últimos días había mucha gente", señala.
La Ona Grau explica que no habían ido nunca al Torrent de la Cabaña y que un amigo les recomendó visitarlo. "Realmente hemos tenido mala suerte de enganchar justo el primer fin de semana que hacen pagar", ironiza.
En general los que se han acercado hasta los torrentes entienden que se pongan restricciones y más después de que en los últimos fines de semana se llegaran a acumular más de 800 personas en el mismo lugar. Además, eso comportaba grandes aglomeraciones de vehículos que quedaban mal aparcados en los arcenes de una pista pequeña.
"La verdad es que era necesario. Más que nada para tener un control, sobre todo por la misma gente que viene, para que esté más tranquila y cuidar al mismo tiempo del entorno", señala el coordinador del Torrent de la Cabaña, Francesc Trena.
Las medidas no han supuesto quejas por parte de los visitantes. Trena explica que los que llegan más tarde lo respetan y se esperan a que devuelva algún grupo. "Ya somos adultos todos y cuando|cuándo un grupo se marcha, sobre todo a la hora de comer, los otros van entrando y tenemos la situación un poco más controlada", explica. Y es que la restricción de vehículos también ha comportado que quien quiera ver los siete torrentes helados tenga que andar un buen rato desde el lugar del aparcamiento.