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¿A qué edad deberíamos dejar de conducir?

El debate de los mayores al volante resurge tras el accidente de Rotglà

¿A qué edad tendríamos que dejar de conducir?

¿A qué edad tendríamos que dejar de conducir?

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El accidente en el que un conductor de 87 años que iba en sentido contrario causa un choque con cinco muertos en la A-7 en Rotglà i Corberà (Valencia) ha reavivado el debate de sobre hasta que edad se debería renovar el permiso de conducción. A raíz del siniestro, el Ministerio de Interior asegura que se trabaja en un proyecto de ley para determinar las capacidades necesarias para mantener el carnet

Debido al envejecimiento de la población en los últimos años, el número de personas mayores de 65 años que que continúan conduciendo, ha aumentado. Según datos de la Dirección General de Tráfico (DGT), en España, el 94% de las personas de 65 a 74 años que tiene carné de conducir y coge el coche casi de forma diaria. El censo total de permisos de conducir es de cerca de 27 millones en toda España. De ellos, 4,1 millones pertenecen a personas mayores de 65 años, lo que supone un 15,5% del total. En 2019, murieron en siniestro vial 492 personas mayores (267 en vía interurbana y 225 en vía urbana, según el observatorio Nacional de Seguridad Vial de la DGT), lo que supone el 28% de las víctimas totales.

No obstante, estudios como Mayores de 65 años al volante: ¿peligro real o mito social? puesto en marcha por la Fundación Línea Directa, en colaboración con Fesvial y Centro Zaragoza en 2018 afirma que los conductores de la tercera edad no son un peligro en las carreteras. Su tasa de accidentalidad es cuatro veces menor que la de los menores de 25 años y menos de la mitad que la de los conductores entre 35 y 44 años ya que respetan más los límites de velocidad, no son agresivos en la conducción y aceptan mucho mejor sus propias limitaciones, motivo por el que recorren menos kilómetros y evitan conducir por la noche.

En España no existe un límite de edad para conducir. No obstante, este tipo de conductores deben procurar conducir siempre con especial atención y ser conscientes de sus propias limitaciones y capacidades para no poner en riesgo la integridad de las personas y de si mismo. Cumplir años conlleva una serie de efectos generales del envejecimiento que pueden ser negativos para la conducción como:

  • Rigidez en músculos y articulaciones, lo que puede dificultar girar la cabeza para controlar los ángulos muertos. 
  • Disminución de reflejos, lo que nos hace reaccionar más lento la hora de frenar o girar el volante ante un imprevisto
  • Dificultades de visión, sobre todo cuando viajamos de noche o ante los reflejos. 
  • Problemas de audición que impiden oír el ruido del motor o los avisos de otros coches
  • Complicaciones para dividir la atención entre varias tareas como, por ejemplo, mirar el cuadro del vehículo o el navegador y atender a la vez a la carretera.
  • Problemas para conducir por zonas desconocidas, congestionadas o en cualquier situación que genere estrés.
  • Mayor propensión a la fatiga
  • Dificultad para leer rápidamente los carteles y cumplir con las señales.
  • Problemas a la hora de conducir en situaciones meteorológicas adversas: lluvia, niebla, etc.

La aparición de estos síntomas suele ser progresiva, aún así es recomendable adoptar medidas de prevención:

  • Evitar conducir en circunstancias meteorológicas adversas, como la lluvia.
  • No viajar de noche y evitar vías poco iluminadas.
  • Programar las salidas y llegadas en días y horas de menor tráfico.
  • Prestar atención a los síntomas de fatiga, hacer paradas frecuentes y dividir los trayectos largos.
  • Huir de conductores con comportamientos peligrosos, agresivos o que circulen muy cerca; desviarse y parar si es necesario.
  • No beber nada de alcohol cuando se va a conducir.
  • Consultar con el médico si la medicación que se toma puede dificultar la conducción.
  • Cuidar la forma física, hacer ejercicio y seguir una dieta saludable tratando de mantener un peso adecuado.
  • Realizar ejercicios de entrenamiento cerebral como sudokus, crucigramas, juegos de ordenador, etc. para preservar las habilidades cognitivas, de inteligencia, velocidad de procesamiento, memoria, resolución de problemas…
  • Ejercitar la coordinación motora con trabajos manuales, construcciones…
  • Someterse a revisiones periódicas de salud generales y oftalmológicas.
  • Asumir y expresar los temores. Si uno no se siente seguro para emprender un viaje, decirlo, pedir ayuda, buscar alternativas. No preocuparse por el qué dirán.

Incluso teniendo en cuenta todo lo argumentado con anterioridad, no se puede fijar una edad máxima para dejar de conducir, puesto que hay personas que con 50 años ya están en peores condiciones físicas y mentales que otras de 65 o incluso 75 años. Además, cumplir años eleva nuestro sentido de la responsabilidad, por lo que entraña más riesgo conducir con 25 que con 65 años. Así lo demuestra un estudio que dice que los menores de 25 años tienen una tasa de siniestralidad del 25% (que se eleva al 29% entre 18 y 21 años), mientras que entre los conductores de 65 a 75 años el porcentaje de accidentes está en el 11%, porcentaje que sube a partir de los 75 años.

Por tanto, como no hay una edad exacta recomendable para dejar de conducir, deberemos de tomar esta decisión a tenor de los resultados de los reconocimientos médicos que realizamos para renovar el carné, o teniendo en cuenta los siguientes signos que nos advierten de que hay que empezar a aparcar definitivamente el coche:

  • El propio conductor empieza a notar cierta inseguridad.
  • Tiene más despistes y equivocaciones en las rutas habituales.
  • Los desplazamientos conocidos le llevan más tiempo del acostumbrado.
  • Los amigos y la familia expresan sus dudas para que siga conduciendo.
  • Quien va en el asiento del copiloto está rígido, asustado, corrige errores de conducción o expresa claramente su temor..
  • El conductor sufre con cierta frecuencia pequeños accidentes, rozaduras y choques.
  • Otros conductores se quejan y le pitan.
  • Cree que hay más sobresaltos que antes, más gente que actúa mal a su alrededor, motoristas, ciclistas y peatones que «surgen de la nada.

En muchas ocasiones son los propios conductores mayores los que se niegan a admitir todos estos errores, por lo que la intervención de familiares y amigos para tratar de que abandone la conducción es vital para salvaguardar tanto su seguridad como la del resto de usuarios de la vía.

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