SEGRE

POSGUERRA MEMORIA HISTÓRICA

Lleida tuvo 6 campos de concentración franquistas

El régimen dictatorial creó cerca de 300 en toda España

Carlos Hernández impartiendo ayer en Lleida una charla sobre los campos de concentración de Franco.

Carlos Hernández impartiendo ayer en Lleida una charla sobre los campos de concentración de Franco.AMADO FORROLLA

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“Nos robaron nuestra historia y nuestro derecho a saber”. Con esta frase, el periodista madrileño Carlos Hernández de Miguel se refirió ayer al olvido ‘programado’ de los cerca de 300 campos de concentración que creó el régimen franquista para el exterminio de los cargos más representativos de la República, la depuración de los presos y su reeducación para la inserción en la “nueva España”. Durante una conferencia organizada por la Paeria que llenó de público la sala Jaume Magre de Lleida, el autor del libro Los campos de concentración de Franco explicó que en la provincia de Lleida había seis de estos espacios de reclusión, siendo la provincia catalana con más recintos de reclusión.

La capital del Segrià contaba con un gran campo de concentración que se dividía entre la Seu Vella, el Seminario Viejo (actual Rectorado) y la conservera Ricardo Vilalta. El campo tenía capacidad para 5.000 prisioneros y operó entre abril de 1939 y agosto de 1940, en que pasó a ser prisión. También hubo un importante campo de concentración en Cervera, primero en una cementera y después en la universidad, destinado principalmente a extranjeros que huían de la Segunda Guerra Mundial.

Igualmente Mollerussa, Tremp, La Seu d’Urgell y Bossòst acogieron instalaciones similares. Hernández, que en su investigación recoge el testimonio de centenares de víctimas, compartió ayer el testimonio filmado del poeta Marcos Ana y Luis Ortiz, quienes relataron las torturas, las enfermedades, el hambre y la muerte que se vivían en estos espacios de reclusión, que albergaron entre 700.000 y un millón de españoles. Las mujeres que no eran afines al régimen franquista eran trasladadas a otros lugares, como las ‘casas espirituales’, donde según este periodista se registraron los primeros casos de bebés robados con el fin de “evitar el gen rojo”.

En este sentido, Hernández hizo referencia a un campo de concentración de Asturias que retenía a esposas, hijas y madres de maquis o huidos del régimen. Tras la eliminación de estos espacios de reclusión, los presos “continuaron siendo repudiados y excluidos, siempre bajo sospecha”. “El mayor castigo de las víctimas ha sido el olvido, que perdura todavía hoy en día con el negacionismo de estos campos de concentración”, concluyó Hernández, que destacó la labor de investigadores locales como el historiador Gerard Pamplona.

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