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La prevalencia del Parkinson se triplicará en 2050

Los síntomas aparecen cuando ya se han perdido el 60% de neuronas

Imma Paulo, paciente de Vall d'Hebron con la enfermedad de Parkinson, tocando el piano que hay en el Hospital Infantil y el de la Mujer; instrumento que aprendió a tocar después del diagnóstico.

Imma Paulo, paciente de Vall d'Hebron con la enfermedad de Parkinson, tocando el piano que hay en el Hospital Infantil y el de la Mujer; instrumento que aprendió a tocar después del diagnóstico.Laura Fíguls / ACN

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Imma Paulo ha aprendido a tocar el piano después de que le diagnosticaran Parkinson, una enfermedad neurodegenerativa que se manifiesta sobre todo en la lentitud de movimientos, temblores y agarrotamiento. Unos síntomas que parece que no casarían con las partituras y el teclado. "Tengo la parte izquierda afectada y pensé que tocar el piano me ayudaría a recuperar la movilidad en las manos. ¡No me puedo creer que haya aprendido, cada mano va hacia un parte"!, dice a la ACN. Con motivo del Día mundial del Parkinson, el 11 de abril, el responsable de la Unidad de trastornos del movimiento de Vall d'Hebron, el doctor Oriol de Fàbregues, señala que calculan que la prevalencia de la enfermedad se triplicará en 2050 y pide romper el estigma de muchos de los afectados.

Imma Paulo, de 59 años, no había tocado antes el piano ni había estudiado lenguaje musical, pero un día escuchó a su hija a tocar y se le ocurrió que podía aprender como terapia, para recuperar la movilidad en las manos. Pidió a la hija que le enseñara a tocar y a leer las partituras y ahora, en una entrevista para el Día mundial del Parkinson, este lunes, hace una pequeña demostración en el piano que hay en el vestíbulo del Hospital Infantil y de la Mujer de Vall d'Hebron. "No pienso abandonarlo. Es maravilloso y noto cómo el cerebro trabaja", destaca.

A Paulo le diagnosticaron la enfermedad en 2014, si bien ya llevaba unos meses advirtiendo cambios "muy extraños". "Empecé a tener la mente muy espesa y sueños extraños. También me torcía al caminar. Entonces acompañaba a mi hija a la escuela y un día me dijo que fuera al médico, porque no era normal que empezáramos en una punta del parking y acabáramos a la otra," recuerda. Recibió el diagnóstico "con disgusto", no se esperaba nada que fuera esta enfermedad, pero no tardó "mucho tiempo en aceptarla", señala.

Asusta mucho. No sabes qué será de tu vida. Para mí un buen antídoto ha sido leer poco sobre la enfermedad. Aquello justo para saber lo que necesitaba; no quiero saber todo lo que me puede pasar, ya me lo encontraré o intentaré no encontrarlo", sopesa. Durante estos años, además de la medicación, ha intentado buscar aquellas actividades que más la podían beneficiar y, así, ha practicado taichi y pilates. "Son herramientas brutales", dice. También ha seguido trabajando y ha intentado no dejar de hacer actividades. "Cuesta mucho sacarte la sensación que estás enfermo, porque la enfermedad te lo recuerda cada día. Tienes que buscar la solución para tirar. Si no lo hacemos mejor, lo haremos peor. No se trata de ganar ninguna competición. Es hacer lo que te vaya bien", expresa sobre la convivencia con la enfermedad.

Los síntomas aparecen cuando ya se han perdido el 60% de neuronas

Se calcula que el Parkinson afecta en torno a un 2% de los mayores de 60 años y entre el 4 y el 5% de las personas de más de 80, indica al doctor De Fàbregues. En Cataluña, hay unas 30.000 personas diagnosticadas de Parkinson y cerca de un 10% tienen menos de 45 años. A estas edades, la enfermedad es poco frecuente, pero no excepcional.

El responsable de la Unidad de trastornos del movimiento del Servicio de Neurología de Vall d'Hebron alerta que los expertos prevén que la enfermedad se duplique en los próximos años y se triplique en 2050. El Parkinson es un trastorno neurodegenerativo ligado al envejecimiento y, además, la incidencia es superior en los países desarrollados, posiblemente a causa de una mayor exposición a pesticidas u otras toxinas, recoge la web Canal Salut. Los expertos también saben que hay una predisposición genética a desarrollarla. Ahora bien, la causa de la enfermedad es desconocida.

El Parkinson provoca una muerte neuronal progresiva, pero cuando se manifiesta clínicamente, por ejemplo a través de los temblores o la rigidez, la persona afectada ya ha perdido el 60% de las neuronas del área del cerebro conocida como sustancia negra. Estas neuronas producen dopamina, un neurotransmisor o sustancia química importante para el cerebro. Antes de estos síntomas más característicos, la persona que está desarrollando el Parkinson puede haber tenido una depresión, pérdida de olfato, estreñimiento o trastornos del sueño, pero son afectaciones que no se relacionan con la enfermedad.

Retos: avanzar el diagnóstico y encontrar tratamiento para detener la enfermedad

Este neurólogo de Vall d'Hebron destaca que uno de los principales objetivos de clínicos e investigadores es diagnosticar antes la enfermedad de Parkinson y con más precisión. Otro de los grandes retos en los que está focalizada la investigación es desarrollar un tratamiento que consiga cambiar el curso de la enfermedad, es decir, reducir o parar la muerte neuronal. Los tratamientos actuales mejoran los síntomas del Parkinson, pero la enfermedad sigue avanzando. Aunque se han ido mejorando y sofisticando las técnicas –basadas en la levodopa, un medicamento que se convierte en dopamina en el cerebro–, los investigadores buscan la manera de evitar el daño neuronal.

El doctor De Fàbregues incide en la importancia de sensibilizar sobre una enfermedad que, una vez ha avanzado en los diversos estadios, acaba produciendo un nivel de discapacidad que afecta quien la sufre y su entorno y la prevalencia de la cual aumentará mucho en los próximos años. "La sociedad tendría que comprender que también hay que poner esfuerzos por mejorar la asistencia o las actividades beneficiosas para el Parkinson", recalca.

El neurólogo explica que muchas personas que sufren Parkinson no lo dicen e intentan esconder la enfermedad en algunos de sus entornos, todo y los temblores en las manos u otras partes del cuerpo, como la mandíbula o extremidades: la rigidez muscular, la lentitud motora y la inestabilidad postural. "Les afecta en el trabajo, en la familia. Tenemos que ir socializando la enfermedad, para que los afectados no tengan que sufrir, además, el estigma," destaca al doctor.

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