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El síndrome de la cara vacía: cuando quitarse la mascarilla no es un alivio

El síndrome de la cara vacía: cuándo sacarse la mascarilla no es un alivio

El síndrome de la cara vacía: cuándo sacarse la mascarilla no es un alivio

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El Consejo de Ministros aprueba hoy el fin de la mascarilla en interior obligatoria salvo algunas excepciones, como los centros hospitalarios o el transporte público. Un momento esperado por muchos, desde hace casi dos años. Y también, un momento temido por otros. Por mucho que pueda sorprender, hay adolescentes para quienes la no obligatoriedad del uso de mascarillas no va a suponer ningún alivio. Al contrario. Son chavales y chavalas que aún en lugares donde ya pueden prescindir de su utilización, siguen tapando su rostro con la mascarilla.

El "síndrome de la cara vacía" ha puesto en alerta a psicólogos y pedagogos, que perciben en los adolescentes un sentimiento de inseguridad a quitarse la mascarilla porque les ayuda a estar más cómodos y temen ser rechazados o no ser aceptados. Durante la pandemia, la mascarilla en la adolescencia ha supuesto una barrera más, que a jóvenes les ha servido para ocultar características que les acompleja, como el brote del acné, el vello en la cara o el aparato de ortodoncia. La mascarilla en muchos de ellos se ha convertido en una especie de aliado.

Hay determinadas personas que pueden tener más probabilidades de desarrollar esta reticencia a quitarse la mascarilla:

  • Personas que ya han tenido previamente algún episodio relacionado con la ansiedad o que tienen diagnóstico de algún trastorno de ansiedad (fobias específicas, fobia social, agorafobia, ansiedad generalizada, ataques de pánico…).
  • Personas con tendencia a la hipocondría.
  • También quienes tienen una timidez extrema, de perfil inhibido, con complejos físicos (especialmente el trastorno dismórfico corporal ) pueden ser más proclives a desarrollar este síndrome, ya que suelen vivir las relaciones sociales con mucha mayor ansiedad.

La inquietud se percibe en redes sociales, donde son muchos los adolescentes y jóvenes que manifiestan su preocupación alrededor del tema. 

Los expertos recomiendan una serie de pautas para normalizar la situación. Aconsejan que el cambio se haga sin forzar y respetando los plazos de la persona afectada. Es importante normalizarlo y no obligar a nadie a que lo haga de manera inmediata. Si se fuerza el cambio, se puede generar el efecto contrario, concluyen. 

Cuando el miedo es muy elevado es muy importante exponerse de forma gradual. Conviene empezar por quitarse la mascarilla en sitios muy amplios al aire libre, donde apenas hay gente, para ir pasando progresivamente a lugares algo más concurridos. Progresivamente, se irá aumentando los tiempos de exposición, pero sin prisa.

Además, como no hay obligación de ir sin mascarilla (y de momento sigue siendo imprescindible en espacios cerrados), se puede seguir recurriendo a ella siempre que su ausencia genere una sensación de desprotección.

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