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Un estudio revela que el éxito no recae en las personas con más talento, sino en las más afortunadas

Una investigación galardonada con el Ig Nobel muestra que las personas con más suerte y no las más inteligentes son quienes terminan alcanzando las cimas más altas.

Los premios IG Nobel se entregan cada año desde 1991.

Un estudio revela que el éxito no recae en las personas con más talento, sino en las más afortunadas.

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Trabajar duro para lograr grandes éxitos es un mito. Es la tesis que defienden los italianos Alessandro Pluchino, Andrea Rapisarda y Alessio Biondo. "Nuestro modelo muestra que si es cierto que se necesita cierto grado de talento para tener éxito en la vida, casi nunca las personas más talentosas alcanzan las cimas más altas, siendo superadas por individuos medianamente talentosos, pero sensiblemente más afortunados", concluyen los ganadores del IG Nobel de Economia por su estudio publicado en la revista Advances in Complex Systems. Los premios Ig Nobel son la antítesis de los Nobel y premian a las investigaciones más extravagantes desde 1991.

"Las culturas occidentales son altamente competitivas y su paradigma meritocrático se basa en cualidades personales como el talento, la inteligencia, las habilidades, la astucia, el esfuerzo, la voluntad, el trabajo duro o la asunción de riesgos". Así comienza su investigación Pluchino, Rapisarda y Biondo, quienes sospechan de que "haya un ingrediente oculto entre los bastidores" de la meritocracia. Este "ingrediente oculto" no es otro que la aleatoriedad, la suerte o la fortuna. 

Su modelo, que es capaz de cuantificar el papel del talento y la suerte en el éxito de una persona, muestra que el azar desempeña un papel clave en la consecución de los éxitos individuales. Las simulaciones que han realizado demuestran que el talento no solo sigue una distribución gaussiana, que es aquella que permite inferir la probabilidad de que se presente un determinado valor. El éxito del individuo también se guía por la ley de Parot, pues los más talentosos nunca suelen ser los que más éxito acaban teniendo.

Aunque lo cierto es que solo con suerte no se llega a ningún lado. "Se necesita cierto grado de talento para tener éxito en la vida. Casi nunca las personas más talentosas alcanzan las cimas más altas, siendo superadas por individuos medianamente talentosos, pero sensiblemente más afortunados", ha dicho Biondo en la gala de los premios Ig Nobel 2022 que se ha celebrado en formato virtual.

Aun así, las personas con "un talento común al de la media" superan a aquellos con más talentos, pero que no cuentan con la 'varita' de la fortuna. Además, la investigación premiada arroja luz sobre la eficacia a la hora de evaluar el mérito en función del nivel de éxito alcanzado. También subrayan los riesgos de optar por distribuir honores a aquellas personas que, a fin de cuentas, podrían haber tenido simplemente más suerte que otras.

De hecho, reconocer con méritos a los que terminan teniendo éxito es "un auténtico error", según los investigadores. Pues se trata de una manera que en realidad desincentiva a los más talentosos pero no tan exitosos. Este fallo que cometemos se denomina "meritocracia ingenua", ya que no concede honores a las personas más competentes al subestimar el papel del azar entre los factores determinantes del éxito. En este sentido, los autores recomiendan que se desarrollen "estrategias capaces de contrarrestar el papel impredecible de la suerte". De esta manera, se consiguen "dar más oportunidades y recursos a los más talentosos, un propósito que debería ser el objetivo principal de un enfoque verdaderamente meritocrático".

EL RESTO DE GALARDONADOS CON LOS PREMIOS IG NOBEL

Estos son los Premios IG Nobel 2022, con los equipos que han desarrollado los trabajos en cada materia y el tipo de proyecto realizado:

  • Paz: Junhui Wu, Szabolcs Számadó, Pat Barclay, Bianca Beersma, Terence Dores Cruz, Sergio Lo Iacono, Annika Nieper, Kim Peters, Wojtek Przepiorka, Leo Tiokhin y Paul Van Lange, por desarrollar un algoritmo para ayudar a los cotillas a decidir cuándo decir la verdad y cuándo mentir.
  • Medicina: Marcin Jasiński, Martyna Maciejewska, Anna Brodziak, Michał Górka, Kamila Skwierawska, Wiesław Jędrzejczak, Agnieszka Tomaszewska, Grzegorz Basak y Emilian Snarski, por demostrar que cuando los pacientes se someten a algunas formas de quimioterapia tóxica, sufren menos efectos secundarios perjudiciales cuando el helado sustituye a un componente tradicional del procedimiento.
  • Física: Frank Fish, Zhi-Ming Yuan, Minglu Chen, Laibing Jia, Chunyan Ji y Atilla Incecik, por intentar comprender cómo los patitos consiguen nadar en formación.
  • Literatura: Eric Martínez, Francis Mollica y Edward Gibson, por analizar qué hace que los documentos legales sean innecesariamente difíciles de entender.
  • Cardiología aplicada: Eliska Prochazkova, Elio Sjak-Shie, Friederike Behrens, Daniel Lindh y Mariska Kret, por buscar y encontrar pruebas de que cuando las nuevas parejas románticas se encuentran por primera vez, y se sienten atraídas la una por la otra, sus ritmos cardíacos se sincronizan.
  • Biología: Solimary García-Hernández y Glauco Machado, por estudiar si el estreñimiento afecta a las perspectivas de apareamiento de los escorpiones y cómo lo hace.
  • Ingeniería: Gen Matsuzaki, Kazuo Ohuchi, Masaru Uehara, Yoshiyuki Ueno y Goro Imura, por intentar descubrir la forma más eficaz de utilizar los dedos al girar un pomo.
  • Historia del arte: Peter de Smet y Nicholas Hellmuth, por su estudio «Una aproximación multidisciplinar a las escenas de enema ritual en la antigua cerámica maya». En 1986, junto con el antropólogo Nicholas Hellmuth, De Smet comprobó que los enemas representados en los dibujos mayas clásicos bien podrían haber sido utilizados para la aplicación de drogas que alteran la mente.
  • Ingeniería de la seguridad: Magnus Gens, por el desarrollo de un maniquí de pruebas de choque para alces.
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