Los conductores de autobuses de Pekín llevarán pulseras que monitorizan las emociones
Las pulseras miden en tiempo real la temperatura corporal, niveles de oxígeno en sangre, respiración, presión arterial, ejercicio y sueño, parámetros que permitirían conocer el estado emocional de la persona
Los conductores de líneas de larga distancia del Consorcio de Transporte Público de la ciudad de Pekín han recibido pulseras electrónicas con un sensor capaz de detectar sus emociones para mejorar así la seguridad, según la entidad, aunque la iniciativa ya ha sido criticada para vulnerar la privacidad de los empleados y ser una posible fuente de discriminación.
El organismo distribuyó el miércoles pasado 1.800 pulseras a conductores de líneas interprovinciales, según ha recogido el diario Baijing Daily, aunque no se sabe si los empleados tendrán que llevar las pulseras de manera obligatoria. Las pulseras inteligentes son capaces de medir una serie de parámetros biométricos que permitirían conocer el estado emocional de la persona y en tiempo real: temperatura corporal, niveles de oxígeno en sangre, respiración, presión arterial, ejercicio y sueño. Además, también pueden detectar estados de ansiedad y otras situaciones emocionales.
La medida se ha dado a conocer unas semanas antes del congreso que cada cinco años celebra el Partido Comunista de China y en medio de continuos llamamientos de las autoridades a reducir el «riesgo social» durante la cita. La semana pasada murieron 27 personas en un accidente de autobús en la ciudad de Guiyang cuando eran trasladadas a un centro de cuarentena porque tenían coronavirus.
Este tipo de dispositivos ha generado polémica en los últimos meses por|para su utilización para hacer el seguimiento de la temperatura corporal después de desplazamientos en el marco de las medidas para atajar los contagios de coronavirus. También se están utilizando pulseras electrónicas y la inteligencia de datos big fecha para hacer el seguimiento a responsables de delitos menores para «reducir las detenciones», según reconocía el julio pasado un alto cargo de la Fiscalía china.