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Diez de los 22 participantes en una de las sesiones para la Covid persistente en este inicio del estudio en el CAP Primer de Maig.

Diez de los 22 participantes en una de las sesiones para la Covid persistente en este inicio del estudio en el CAP Primer de Maig.GERARD HOYAS

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Fatiga, dolores musculares, calambres, dificultades para recordar, seguir una conversación, una película o conducir, inestabilidad en los músculos, inflamaciones en órganos, tos, zumbidos, dolor de garganta, escalofríos, ahogamientos al comer, hipotermia, o pies fríos son muchos de los síntomas que sufren personas que han pasado la Covid y no de una forma grave. Hay mucho desconocimiento sobre la Covid persistente y expertos del ICS en Lleida han decidido poner en marcha un estudio para valorar si un programa de educación grupal en pacientes afectados mejora la percepción de calidad de vida y bienestar emocional. “El proyecto pretende ser la base del desarrollo en el futuro de nuevas estrategias de terapia para pacientes con patología de Covid persistente”, según la investigadora principal, Aranzazu Nieto.

Las sesiones grupales empezaron en octubre y participan 22 personas. El perfil mayoritario es el de una mujer de 50 a 60 años que antes de infectarse tenía una vida laboral y social activa. En una de las sesiones, Joan, Antonio, Irene, Montse, María Jesús, Violeta, Montse, Anna, Isabel y Roser explicaron que meses después de infectarse sufrían algunos síntomas y muchos se sentían incomprendidos en su entorno e incluso en el sistema sanitario.

El 40% de los participantes trabajan y el resto, están de baja. “En ocasiones he llegado a pensar si tenía un problema mental con la tos que tengo o si me inventaba los síntomas”, señalaron muchos de ellos. Sin embargo, “en estos grupos no nos sentimos solos, hemos recuperado confianza e incluso hemos podido expresarnos bien.

Sacar todo lo que tenemos dentro nos da mucha paz”, señalaron varios de ellos. Los diez coincidieron que la baja moral que tenían ya casi no la tienen. En las sesiones en el CAP Primer de Maig, Nieto explicó que “trabajan lo que les pasa, se les da información sobre la enfermedad, aprenden a aceptar los síntomas y a pedir ayuda –muchos creen que dan pena y son culpables, por lo que aprenden a pedir ayuda para hacer la cama– o cómo se ven en el futuro”.

Se trata de realizar un resumen sobre el aprendizaje y cambio de hábitos para su normalización e introducción en la vida diaria. La participación en este estudio servirá para conocer los beneficios de las intervenciones enfermeras en la educación sanitaria durante el proceso de la Covid persistente y el progreso en el tiempo de las personas participantes. Así, los profesionales sanitarios tendrán una herramienta para poder ayudar a los pacientes que lo padecen a mejorar en su autocuidado, calidad de vida y estado emocional.Además de Nieto, también participan Javier Ichart, Eugeni Paredes, María Cruz Urgelés, Mónica Solanes, Irene Muñoz, Andrea Cortés e Yvette Miró.

‘Ojalá haya una prueba diagnóstica para que se sientan tranquilos’

“Acabamos de empezar con las sesiones pero después de Navidad las volveremos a hacer con nuevos pacientes y seguiremos con el estudio, ya que queremos lograr que estas personas mejoren su bienestar emocional”, explicó Aranzazu Nieto, enfermera de Atención Primaria e investigadora principal. De momento están haciendo el estudio con dos grupos de 22 personas. Las sesiones son de 90 minutos y son una cada cuatro semanas.

“A pesar del estudio, tenemos un grupo de Whatsapp donde se pasan información y chatean entre ellos. Aunque sus sesiones terminen, estarán siempre en contacto y saben que entre ellos pueden entenderse”. Para Nieto, además de conseguir que este protocolo funcione y llegue a otros sitios, desea que se logre crear una prueba diagnóstica para conseguir que la sociedad les comprenda.

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