Cómo reconocer los síntomas de fatiga al volante y cómo afectan a la conducción
La fatiga se relaciona con el 20-30% de los accidentes de tráfico, según indica la Dirección General de Trafico (DGT). Su principal causa es conducir sin descanso durante demasiado tiempo. Además, son muchas las variables del entorno, del vehículo y, especialmente, del conductor las que pueden favorecer su aparición o potenciar sus efectos.
Circular por una vía con una elevada densidad de tráfico, con frecuentes retenciones y paradas, requiere aumentar la atención y la concentración necesaria para circular, lo que puede potenciar la fatiga. Conducir por una vía poco conocida obliga a aumentar la atencion. Algunos tipos de firme, o si este está mal conservado, hacen vibrar en exceso el vehículo, por lo que la conducción será más incómoda, difícil y cansada.
Las condiciones climatológicas adversas, como la niebla, la lluvia, la nieve o las luces del amanecer y el atardecer, hacen más difícil la conducción y te obligan a mantener un mayor nivel de atención.
Así afecta la fatiga al conductor
Bajo los efectos de la fatiga las capacidades para circular con seguridad pueden quedar gravemente afectadas, destacando las alteraciones en la vista, el oído, las sensaciones corporales, los movimientos, el comportamiento y la toma de decisiones
- VISIÓN: La visión puede volverse borrosa, generando problemas para enfocar objetos en el campo visual y provocando una clara disminución de la agudeza visual. Suele aumentar el número y la duración de los parpadeos, por lo que los ojos permanecen cerrados durante más tiempo e incluso suelen quedar parcialmente cerrados Pueden incluso producirse ilusiones ópticas como percibir brillos, luces, sombras o deformaciones de la carretera.
- AUDICIÓN: El conductor puede experimentar reacciones bruscas y exageradas ante algunos sonidos repentinos (por ejemplo, frenar bruscamente al oír el sonido de un claxon). La sensibilidad auditiva puede disminuir, por lo que se puede llegar a ignorar parte de la información sonora que llega del tráfico y del propio vehículo.
- MOVIMIENTOS: Los movimientos del conductor serán más lentos, menos precisos y menos eficaces, lo que aumenta las situaciones de riesgo. Suele disminuir también el número de maniobras (por ejemplo, se corrige la dirección un menor número de veces). Aparecen los movimientos indicadores de fatiga: Cambios de postura con frecuencia, estiramientos, bostezos, acomodos en el asiento, movimientos de las manos, tales como rascarse o colocar una mano sobre la pierna y las llamadas conductas lúdicas como cantar, silbar o ciertos movimientos rítmicos y repetitivos (como, por ejemplo, juguetear con los dedos sobre el volante o la pierna).
- COMPORTAMIENTO: Aparece la desgana, con una conducción automatizada y mucho menos activa (se presta menos atención a la vía). Además, se asumen mayores riesgos al volante y son frecuentes los estados de ansiedad y de irritabilidad en el conductor fatigado, lo que además puede aumentar las conductas hostiles o agresivas.
- TOMA DE DECISIONES: Disminuye la cantidad y la calidad de la información que se recoge del ambiente, debido a las alteraciones en la vista, en el oído y en los sistemas atencionales (es especialmente difícil mantener la concentración en el tiempo y son frecuentes las distracciones), por lo que se puede malinterpretar fácilmente las situaciones de tráfico o los comportamientos de los demás. El tiempo de reacción se verá claramente incrementado, por lo que se tarda más en reaccionar ante una situación de peligro.
LA FATIGA EN EL CONDUCTOR PROFESIONAL
Detrás de una gran parte de los accidentes de vehículos profesionales (camiones, autobuses, etc.) sus conductores habían permanecido al volante durante demasiado tiempo. Esto hace que la fatiga sea una de las principales causas de siniestralidad en el sector del transporte.
La normativa sobre los tiempos de conducción y descanso para conductores profesionales establece unos mínimos de seguridad. Por ello, es muy importante que tanto las empresas como los conductores la cumplan con rigor. Un conductor profesional pasa la mayor parte de su jornada laboral al volante. Si está fatigado, las posibilidades de sufrir un accidente se disparan, debido al elevado número de kilómetros que recorre en esta condición tan peligrosa.
Las consecuencias, humanas y económicas de este tipo de accidentes, especialmente cuando se trata de vehículos pesados o transportan mercancías peligrosas son muy graves. Por ello, es una cuestión de vital importancia para la seguridad vial que haya una regulación legal sobre los tiempos de conducción y de descanso en el transporte profesional. Esta reglamentación es la garantía de que la seguridad de los trabajadores y la de todos nosotros está debidamente protegida.
La normativa vigente en el estado español establece unos mínimos que se relacionan con una mayor seguridad para el conductor profesional y, por extensión, para todos los usuarios de las vías públicas. Incumplir esta normativa es una irresponsabilidad que nos pone en riesgo a todos. Por ello, independientemente del motivo que lleve al conductor a no respetar esta normativa, es importante insistir en la importancia de no exceder el tiempo que se pasa al volante y en la necesidad de respetar debidamente los tiempos de descanso.