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Frutos secos.

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Los frutos secos aportan un elevado contenido de proteínas, antioxidantes, fibra, minerales y vitaminas B y E; además de grasas 'buenas', es decir, monoinsaturadas y poliinsaturadas, que ayudan a disminuir los niveles de colesterol LDL, bajan los triglicéridos, disminuyen la coagulación de la sangre y mejoran la salud de los vasos sanguíneos. La Fundación Española del Corazón aconseja la ingesta de 50 gramos diarios de frutos secos. No hay un fruto que sea más sano que otro, aunque si los hay más apropiados para determinadas dolencias.

Las almendras son los frutos secos que más calcio aportan, en concreto 269 mg cada 100 g. Por tanto, son una buena opción para complementar o incrementar los niveles de este mineral y prevenir la osteoporosis o combatir las molestias óseas. Por su parte, los piñones contribuyen con interesantes cantidades de zinc, 6,45 g cada 100 g, lo que ayuda en la formación y la mineralización de los huesos y articulaciones.

Nueces y pistachos: La escasez de fibra es, junto con una ingesta inadecuada de agua y el sedentarismo, una de las principales causas de estreñimiento. Con un 10,6% de este nutriente, los pistachos son buenos amigos del buen funcionamiento de los intestinos. Muy de cerca le siguen las nueces, que aportan un 6,5%, lo que las convierte en buenas enemigas del estreñimiento.

Avellanas, nueces y almendras: Contribuyen a la mejora de la salud cardiovascular. Resultan ricos en ácidos grasos monoinsaturados y poliinsaturados, los cuales ayudan a mantener la salud de los vasos sanguíneos y a controlar los niveles de colesterol. Las más destacadas desde el punto de vista nutricional son las nueces, puesto que son el único fruto seco que aporta cantidades importantes de omega-3. Este ácido graso es importante porque ayuda a reducir los citados niveles de colesterol y de triglicéridos, así como a rebajar la presión arterial. Las avellanas y las almendras aminoran los niveles de lípidos en sangre y de homocisteína, un aminoácido que en grandes cantidades daña el revestimiento de las arterias y aumenta el riesgo de bloqueo de los vasos sanguíneos.

Anacardos, piñones y pistachos: Ayudan a controlar los niveles de lípidos y glucosa en sangre en diabéticos de tipo 2. Son ricos en oligoelementos –minerales que el organismo necesita en mínimas cantidades–, sobre todo en magnesio. Este es coadyuvante de la resistencia de la insulina, lo que ayuda a prevenir el desarrollo de diabetes de tipo 2. Los anarcardos, con 292 mg cada 100 g, son los que más aportan. Por su parte los pistachos, destacan, además, por su elevado contenido en potasio –1.025 mg–, cuya deficiencia impide el control de la diabetes.

Nueces, avellanas y almendras: Los frutos secos más oleosos, como las nueces, las almendras y las avellanas, aportan grasas saludables y tienen un poderoso efecto saciante, que conlleva un descenso del consumo de otros alimentos, muchas veces poco saludables, por lo que son útiles para combatir el sobrepeso. 

Almendras y avellanas: Ambos son ricos en vitamina E, que se relaciona con un menor deterioro cognitivo e incluso con un retraso del mismo. Así lo demuestra el estudio estadounidense realizado conjuntamente por el Hospital General de Massachusetts (HGM), el Centro Médico Bedford y la Escuela de Medicina de Harvard. Concluye, tras el análisis de 540 pacientes de la Unidad de Trastornos de la Memoria del HGM, que la ingesta de vitamina E retrasa el deterioro de las funciones cognitivas en pacientes con alzhéimer.

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