Por qué los edulcorantes no son tan sanos como creemos
Un estudio publicado en la revista Cell sugiere que los edulcorantes no son inertes para el organismo. La sacarina y otros edulcorantes no nutritivos, como la sucralosa, pueden alterar el microbioma (el equilibrio de microorganismos gastrointestinales) además de afectar a la tolerancia a la glucosa.
Por un lado parece ser que estudios controlados aleatorizados muestran que refrescos con edulcorantes son beneficiosos para la pérdida de peso, siempre y cuando se esté siguiendo una dieta equilibrada, un estilo de vida saludable, y en las cantidades diarias máximas autorizadas. Este hecho sin embargo, parece tener más que ver con la reducción de consumo de bebidas azucaradas que por el efecto que puede tener el edulcorante artificial en sí. Al tiempo que se consume una bebida edulcorada no se está consumiendo de azucaradas, por lo tanto, la recomendación puede ir más dirigida a la sustitución de los mismos cuando se incorpora a un plan nutricional de pérdida de peso. Así pues, no hay evidencia suficiente para indicar que los edulcorantes artificiales son los encargados de disminuir la ingesta energética, bajar el peso corporal y reducir el riesgo metabólico.
Si bien falta evidencia para relacionar los edulcorantes con la pérdida de peso, también faltaba para demostrar los posibles efectos adversos. El interés y el creciente conocimiento de la microbiota intestinal en los últimos años, hace estudiar el impacto que pueden tener los edulcorantes artificiales sobre estos microorganismos y sus funciones fisiológicas
Un estudio publicado en la revista Nature encabezado por investigadores del Instituto Weizmann de Revohot, Israel, apuntó la relación de los edulcorantes artificiales con posibles efectos adversos como la intolerancia a la glucosa y el síndrome metabólico. Como principal conclusión afirma que los edulcorantes artificiales provocan cambios en la composición y función de la microbiota intestinal, aumentando en consecuencia, la probabilidad de desarrollar alteraciones metabólicas. La microbiota intestinal es la población de bacterias que vive en el intestino de cada persona, es un mundo todavía poco conocido pero del que ya se han descrito numerosas funciones fisiológicas.
El estudio pretendía demostrar en ratones qué rutas metabólicas relacionadas con la susceptibilidad a padecer síndrome metabólico quedaban alteradas por estos edulcorantes artificiales. El síndrome metabólico es un conjunto de condiciones caracterizado por hipertensión arterial, un nivel alto de triglicéridos y de colesterol LDL, un azúcar en sangre elevado, y una concentración de grasa abdominal que conjuntamente predisponen a padecer enfermedades cardiovasculares y diabetes mellitus tipo 2. Uno de los primeros pasos que dirigen el síndrome metabólico es la intolerancia a la glucosa, que sucede cuando el cuerpo no puede hacer frente a las grandes cantidades de azúcar que recibe de la dieta. Según esta nueva publicación los edulcorantes artificiales tienen efecto directo sobre la capacidad del cuerpo para utilizar la glucosa.
El trabajo consistía en valorar la administración de varias soluciones de agua con edulcorantes artificiales en los 3 grupos intervención: agua y sacarina, agua y sucralosa, agua y aspartamo, frente a los grupos control que tomaban agua, agua y glucosa o agua y sacarosa . En la semana 11 ya se demostraba que los grupos intervención tendían a la intolerancia a la glucosa, factor que suele considerarse como una de las primeras fases hacia el desarrollo de la diabetes. Esta tendencia fue mayor en la sacarina. El experimento se repitió con diferentes tipos de ratones y varias dosis de edulcorantes y dieron los mismos resultados.
Para analizar cómo de implicada estaba la microbiota en este fenómeno, administraron antibióticos, los cuales hicieron mermar la población de bacterias y redujo también la intolerancia a la glucosa, haciendo desaparecer picos de glucosa que anteriormente se apreciaban. El estudio avanzó con la transferencia de microbiota de ratones que consumían edulcorantes artificiales en ratones que no lo hacían, provocando la transmisión de la intolerancia a la glucosa. Este hecho, fue por los autores, una prueba concluyente de que los cambios en las bacterias intestinales eran los responsables de los efectos nocivos para el metabolismo. Aunque se desconozca el proceso exacto, los productos producidos por algunas bacterias podrían aumentar la producción de glucosa en el organismo e incrementar así la glucosa en sangre.