Un estudio liderado por la UdL y el IRBLleida demuestra que el papel del estrés oxidativo en la progresión del Alzhéimer afecta sólo a nivel celular

Personal investigador de la Universitat de Lleida (UdL) y el Institut de Recerca Biomèdica de Lérida (IRBLleida) ha liderado una investigación, en colaboración con la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, en qué se ha demostrado que el papel del estrés oxidativo en la progresión de la enfermedad de Alzheimer afecta sólo a nivel celular y en cambio, se descarta el daño en fluidos extracelulares, como el plasma y el líquido cefalorraquídeo. Esta falta de asociación puede sugerir que el estrés oxidativo es probablemente bien tolerado por las proteínas de estos líquidos circulantes en el cuerpo. El estudio permite avanzar en el conocimiento de la enfermedad neurodegenerativa y su progresión.

La primera autora del artículo, Farida Dakterzada, de la Unidad de Trastornos Cognitivos del Hospital Universitari de Santa Maria de Lleida e investigadora del grupo de la Cognición y la conducta del IRBLleida, ha explicado que la investigación permite avanzar al conocer el papel del estrés oxidativo en el desarrollo y progresión del Alzhéimer. Los estudios que se han hecho hasta ahora al respecto demuestran "resultados inconsistentes" debido a la diversidad en la metodología y poco tamaño muestral, entre otros, y por eso el nivel de daño oxidativo circulante a nivel sistémico y central en pacientes con la enfermedad queda poco claro.

El estrés oxidativo, el exceso de oxígeno que genera una presencia descontrolada de moléculas inestables en el organismo que pueden atacar la célula y provocar enfermedades, desarrolla un papel importante en el desarrollo del Alzhéimer. Algunos estudios han observado que este estrés oxidativo contribuye a la pérdida de capacidad para procesar información y a la progresión del Alzhéimer. El objetivo de esta investigación era determinar si este daño que se produce a nivel cerebral también se podía observar en los diferentes líquidos biológicos. Los hallazgos demuestran la necesidad de estudiar directamente el cerebro para poder evaluar el impacto del estrés oxidativo en la enfermedad.

La investigación, que se ha publicado recientemente en la revista 'Redox Biology', se ha realizado en una muestra de 289 personas con Alzhéimer (103 personas), deterioro cognitivo leve (92 personas) y también personas sin estas enfermedades (94 personas) para hacer uno análisis comparativo. La investigación ha intentado descifrar la asociación que puede existir entre el contenido de daño oxidativo en el plasma y el líquido cefalorraquídeo y el diagnóstico y la progresión de la enfermedad de Alzhéimer utilizando un método muy preciso, la espectrometría de masas. Además, para averiguar el papel del estrés oxidativo en la progresión del Alzhéimer se ha hecho un seguimiento de los pacientes durante cinco años.

La investigadora ha confirmado que los resultados demostraron que no había ninguna asociación entre los niveles de daño oxidativo en el líquido cefalorraquídeo o plasma y el diagnóstico de la enfermedad de Alzheimer o su progresión.

La enfermedad de Alzhéimer es una enfermedad neurodegenerativa progresiva caracterizada por un deterioro inicial de la memoria que, en última instancia, puede afectar a otras capacidades cognitivas y de la conducta. Las causas de su aparición son desconocidas, pero pueden tener en cuenta factores genéticos, metabólicos, de estilo de vida y ambientales. Una etapa predemencia de la enfermedad es el deterioro cognitivo leve, en el que las personas conservan su funcionalidad e independencia en la realización de tareas rutinarias diarias.