SEGRE

SALUD

Las olas de calor irán a más: ¿Cómo conseguir que no se traduzcan en más mortalidad?

Las olas de calor irán a más: ¿Cómo lograr que no se traduzcan en más mortalidad?

Las olas de calor irán a más: ¿Cómo lograr que no se traduzcan en más mortalidad?EFE/Alejandro García

Publicado por

Creado:

Actualizado:

Olas de calor como la actual cada vez serán más frecuentes, intensas y extensas, y el impacto que están dejando en la salud de las personas, físicas y también mentales, plantean un nuevo reto: que su aumento, ya irreversible, no se traduzca también en un incremento de la mortalidad. Con temperaturas medianas de 1,5 grados por encima de los valores preindustriales, las altas temperaturas de este verano y las sucesivas olas de calor, "tienen que ser un importante llamamiento de atención sobre la urgencia de la puesta en marcha de medidas de adaptación que minimicen los impactos que tienen sobre la salud", subraya en EFE Cristina Linares.

La codirectora de la Unidad de Referencia en Cambio Climático, Salud y Medio Ambiente Urbano del Instituto de Salud Carlos III explica que los efectos en la salud de estos episodios de calor extremo "pasan a muy corto plazo, desde el mismo día que empieza la ola de calor hasta 4 o 5 después". Pero su impacto más elevado no es tanto el más directo que provocan los "golpes de calor", sino el empeoramiento de patologías ya existentes, fundamentalmente cardiovasculares y respiratorias, aunque también de las renales, gastrointestinales e incluso neurológicas.

MAYORES DE 65, EMBARAZADAS Y POBLACIÓN URBANA

Los grupos especialmente susceptibles en el calor son los mayores de 65 años, en especial las mujeres de más de 75, pero también las embarazadas -por la asociación entre el incremento de las temperaturas y el número de partes, de nacidos con bajo peso y prematuros-, y personas que trabajan o hacen deporte durante las horas más calurosas en el exterior.

No obstante, uno de los campos con más interés científico es el de la influencia en la salud mental, y ya se acumula evidencia científica que vincula olas de calor y el aumento de desórdenes emocionales y del comportamiento (incremento de la violencia y abuso de sustancias tóxicas), así como un aumento de la tasa de suicidios durante episodios de temperaturas extremas y sequía.

L’efecto de isla de calor urbano -el fenómeno que hace que el calor acumulado durante el día en las ciudades se libere lentamente por la noche- hace que las mínimas sean entre 0,4 y 12.º superiores a las zonas rurales. La ruralidad actúa así como un factor protector: de acuerdo con un estudio reciente del ISCIII, las personas que viven en zonas urbanas son finos 6 veces más vulnerables al calor. Y eso puede ser porque en las ciudades hay "más diferencias socioeconómicas, inadecuadas condiciones de la vivienda y la exposición mayor a los contaminantes atmosféricos, en más de tener más número de personas que viven solas", que generalmente no pueden afrontar gastos como el del aire acondicionado.

NO ES REVERSIBLE

Ante la evidencia de que las olas de calor serán más frecuentes, intensas y extensas, el reto está que no comporten un incremento de la mortalidad atribuible al calor extremo. Desde 2004, España, y gran parte de los países europeos, cuenta con planes de prevención en salud pública para minimizar el impacto de las altas temperaturas, que han conseguido que "las muertes atribuibles al calor en Europa en personas mayores de 65 años no se vean incrementadas en los últimos años". Y pocos, tranquiliza, son "tan completos como el español en este momento".

Pero son necesarios planes de prevención locales adaptados a cada área geográfica partiendo de sus características sociodemográficas, refugios climáticos públicos, rediseñar las ciudades para disminuir el efecto isla térmica con más albedo, tejados o cubiertas verdes en los edificios, aumentar las zonas verdes y crear áreas azules como lagos, fuentes o estanques.

Y desde el punto de vista de la salud habría que diseñar planes nacionales de adaptación al cambio climático en función de las características sociodemográficas de la población y otros de integrados que aborden los efectos sinérgicos de factores como la contaminación atmosférica, intrusiones de polvo, sequías o incendios forestales, entre otros. "La situación no es reversible", dice, pero eso "no quiere decir que haya que abandonarse a la inactividad en la acción climática, sino todo el contrario". Esta crisis climática lo es también de salud pública, y son las administraciones las competentes para conseguir mitigar su huella.

Con este panorama, las medidas no sólo se tienen que dirigir a reducir las emisiones, sino en conseguir una adaptación más importante que minimice la vulnerabilidad de las personas porque estamos delante "del reto ambiental y social mayor al cual se enfrenta la humanidad".

tracking