Una de cada cuatro personas va a tener un ictus
El 25 por ciento de la población mayor de 25 años tendrá un ictus a lo largo de su vida por lo que es necesaria una mayor prevención y un mayor conocimiento de esta patología, según ha asegurado la Neuróloga del Hospital Universitario de Cruces y coordinadora del Grupo de Estudio de Enfermedades Cerebrovasculares (GEECV) de la Sociedad Española de Neurología (SEN), la doctora María del Mar Freijo. "Una de cada cuatro personas vamos a tener un ictus. Por ello, es importante conocer, prevenir, reconocerlo y actuar así como la adherencia a la medicación y una atencion multidisciplinar, integral y continua después del ictus", ha declarado la doctora Freijo durante el 'Encuentro científico y social sobre ictus', organizado por la Fundación freno al Ictus, la SEN y el GEECV con motivo del Día Mundial del Ictus, que se celebra este lunes, 30 de octubre.
La experta ha explicado que el ictus, que consiste en una alteración de los vasos sanguíneos que llevan la sangre al cerebro, puede ser de dos tipos: "que se obstruyan los vasos y no llegue la sangre a una zona del cerebro y no se puedan desarrollar las funciones, conocido como ictus isquémico que se produce en el 80 por ciento de las personas", o, que "el vaso sanguíneo se rompa y se produzca una hemorragia, hecho que ocurre en el 20 por ciento de los ictus".
Este proceso que compromete la llegada de sangre al cerebro provoca un daño cerebral, que puede afectar de maneras muy diversas a quienes lo padecen. Actualmennte 400.000 personas en España tienen daño cerebral adquirido, cuya principal causa es el ictus, siendo responsable del 80 por ciento de los casos. No obstante, la doctora Freijo ha señalado que las causas de un ictus puede sen diversas ya que, aunque existen algunos factores de riesgo como la hipertensión, el hipercolesterol o los factores de riesgo cardiovascular, "hay un 25 po ciento de los casos con causa indeterminada". Asimismo, la doctora ha incidido en que, en 2020, hubo 6,6 millones de muertes en el mundo por ictus, siendo la segunda causa de muerte en el mundo, y se prevé que, para 2050, haya un aumento del 50 por ciento en los casos de ictus.
Además, dos de cada tres personas que sobreviven al ictus en España presentan algún tipo de secuelas entre las que se encuentran la depresión y la demencia en uno de cada tres casos: "Es un problema de salud pública y esto hace que se impulsen planes de atención al ictus para mejorar la respuesta a las necesidades de estos pacientes y su entorno", ha apuntado la doctora Freijo.
El 90% de los ictus son prevenibles
El 90 por ciento de los casos de ictus son prevenibles si se tiene en cuenta el control de sus principales factores de riesgo como: la hipertensión, el colesterol elevado, el tabaco, alcohol y drogas, la diabetes, las arritmias, la obesidad, la vida sedentaria, el estrés, etc. Por este motivo, la neuróloga María del Mar Freijo, ha apuntado que "hacen falta acciones de prevención primaria" que fomenten "entornos y estilos de vida saludables para que sean más fáciles de conseguir", pero que, también es importante "concienciar a la población sobre este estilo de vida y de detectar de forma precoz los factores de riesgo como los problemas cardiovasculares, el hipercolesterol o la hipertensión". Asimismo, la doctora también ha resaltado la prevención secundaria ya que, "sin tratamiento, el riesgo de recurrencia es del 10 por ciento a la semana y del 40 por ciento en 10 años, además, desde el 25 al 80 por ciento de las recurrencias pueden prevenirse". En este tipo de prevención, es esencial garantizar la adherencia a los tratamientos para evitar dichas recurrencias, aunque, tal y como ha señalado la neuróloga, "no son tratamientos curativos, sino preventivos como los antitrombóticos o las estatinas, que tratan que no se vuelva a repetir".
La importancia de la neurorehabilitación
Por otro lado, el presidente de la Sociedad Española de Neurorrehabilitación (SENR), el doctor Joan Ferri Campos, ha resaltado la importancia de la neurorrehabilitación tras padecer un ictus para evitar que las secuelas afecten gravemente a la calidad de vida del paciente. "La neurorrehabilitación tiene como objetivo optimizar la participación de la persona en la familia y en la sociedad, garantizando su bienestar. Se centra en el paciente como persona", ha explicado. En este sentido, el doctor Campos ha aseverado que dicha rehabilitación se debe recibir "lo más precozmente posible una vez se hayan controlado las posibles complicaciones que afecten al estado vital del paciente y teniendo en cuenta las características de la intervención".
Así, el especialista ha recomendado que se realicen entre 45-60 minutos de cada modalidad de terapia (logopedia, fisioterapia, terapia ocupacional, neuropsicología....) al día, es decir, tres horas al día y durante cinco días a la semana. "Hay que dedicarle tiempo a la rehabilitación. Se debe aportar tanto tratamiento como sea posible, cuantas más horas de trabajo más posibilidades hay de mejoría", ha añadido. Por su parte, la doctora María del Mar Freijo también ha señalado la necesidad de "mejorar la calidad de vida de los pacientes con una neurorehabilitación individualizada y precoz, teniendo un seguimiento a largo plazo para evitar problemas de discapacidad grave como disfagia, crisis epilépticas o incontinencia, deterioro cognitivo, demencia, depresión y ansiedad.
El impacto del daño cerebral invisible
Una de las secuelas que puede acarrear el ictus es conocida como "daño cerebral invisible" que, según ha señalado la psicóloga clínica con esta patología y presidenta de la Asociación Daño Cerebral Invisible, Aurora Lassaletta Atienza, esta patología "es lo que te cambia la vida pero no se ve" ya que incluye cambios en la conducta, en la memoria, en la iniciativa, dificultades cognitivas, inexpresividad, fatiga, etcétera. "Estas secuelas invisibles se tratan con neurorrehabilitación y es tan importante una buena valoración que hará que se tenga un diagnóstico adecuado y un tratamiento adecuado", ha afirmado. Asimismo, el experto de la Unidad de Daño Cerebral del Hospital Beata María Ana, el doctor Marcos Ríos-Lagos, ha asegurado que "el daño cerebral invisible es extremadamente grave ya que, en muchas ocasiones es lo que condiciona la vida cotidiana".
Entre las consecuencias que puede tener el daño cerebral invisible destacan afecciones: cognitivas con dificultades en la atención o la memoria; conductuales con problemas de impulsividad, apatía, irritabilidad o falta de iniciativa; emocionales como la hipersensibilidad o la inexpresividad; comunicativas como la pérdida de la capacidad de hablar, leer, entender; físicas y psicológicas.