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El inicio precoz del tratamiento específico para prevenir la migraña mejora la evolución de la enfermedad, según dos estudios

Una paciente explica cómo el medicamento le ha cambiado el día a día: “me han regalado vida. Había aceptado vivir con dolor”

Una paciente que sufre migrañas a la consulta con la neuróloga y responsable de la Unidad de Cefalea del Hospital Vall d'Hebron, Patricia Pozo Rosich.ACN

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La administración temprana de fármacos específicos para prevenir la migraña mejora la respuesta a la terapia y puede evitar la progresión de la enfermedad, concluyen dos estudios liderados por el Vall d'Hebrón Institut de Recerca (VHIR). En los últimos años se han aprobado los primeros fármacos específicos para prevenir la migraña pero, ante los primeros síntomas, todavía se prescriben medicaciones inespecíficas que no han sido diseñadas para esta patología. Por eso, hay que mejorar el circuito asistencial de los pacientes con migraña, una enfermedad que causa un dolor muy fuerte en la cabeza, a menudo invalidante. “me han regalado vida. Había aceptado una vida con dolor”, dice Judit Bermejo, paciente que toma el medicamento monoclonal desde hace cuatro años.

Los dos estudios internacionales, liderados el grupo de Cefalea y Dolor Neurológico del VHIR, demuestran los beneficios de administrar los tratamientos concretos contra la migraña y hacerlo como antes mejor. Entre estos destacan los que se dirigen a bloquear la proteína CGRP, que está relacionada con el dolor asociado a la patología. Entre estos medicamentos está el erenumab, el primer fármaco de este grupo que salió al mercado.

Son los primeros tratamientos específicos que salieron para prevenir la migraña. Los que había hasta entonces eran para los episodios agudos (triptanos) o no iban dirigidos a esta dolencia si bien se ha demostrado que sirven como tratamiento preventivo (toxina botulínica).

Para valorar los beneficios de la medicación específica contra la migraña, el primero de los estudios -publicado en 'JAMA Neurology'- analizó la evolución de 621 pacientes con migraña episódica, es decir, que tenían menos de 15 migrañas en el mes. El trabajo consistió en un ensayo clínico de fase IV donde participaron 84 centros de 17 países. Los pacientes se clasificaron en dos grupos: uno recibía el fármaco erenumab y el otro recibió medicaciones inespecíficas, como betabloqueantes, antiepilépticos o antidepresivos.

Los investigadores observaron que los pacientes que recibían erenumab respondían mejor al tratamiento. En este sentido, el estudio muestra que si un paciente recibe esta medicación es hasta 13 veces más probable que tenga una mejora clínica relevante al cabo de un año en comparación con si reciben un tratamiento inespecífico.

Este estudio también intentaba simular la práctica clínica y permitía que los neurólogos cambiaran el tratamiento de los pacientes si lo veían conveniente. En este sentido, los pacientes que tomaban erenumab mantuvieron el tratamiento con más frecuencia que los que inicialmente recibían inespecíficos. Además, tenían menos efectos secundarios.

Con respecto a la evolución de la enfermedad, el hecho de tomar tratamiento específico en fases iniciales puede evitar que se desarrolle migraña crónica, que es cuando los pacientes tienen más de 15 días de migraña al mes.

A pesar de las mejoras que han implicado los fármaco anti-CGRP, todavía existe un porcentaje de personas que no alcanzan una mejora clínica. El segundo estudio, publicado en 'Journal of Neurology, Neurosurgery and Psychiatry,' se ha centrado en investigar cuáles variables influyen en la respuesta a la terapia. El trabajo, con cerca de 6.000 personas de 35 centros y siete países europeos, analizó los factores que influyen en la respuesta a las terapias anti-CGRP. Se trata de un estudio de vida real con pacientes que previamente habían recibido fármacos inespecíficos sin respuesta y que en el momento del estudio tomaban medicamentos anti-CGRP, como el erenumab y otros.

El estudio apunta que entre los factores clave que favorecen la respuesta a la terapia destaca el hecho de tener menos migrañas al mes o menos discapacitado asociada a la enfermedad. Los resultados apuntan que es importante iniciar el tratamiento precozmente para conseguir mejorar la evolución de la enfermedad, sin esperar que otros fármacos inespecíficos resulten ineficaces.

Además, el equipo observó que había otros factores asociados a una mejor respuesta al tratamiento, como no tener sólo dolor en un lado de la cabeza o no sufrir depresión. Por otra parte, aunque el sexo de la persona no influye en la respuesta, sí que se vio una mejor respuesta en personas con edad avanzada.

Los investigadores han apuntado la necesidad de seguir investigando para tener biomarcadores específicos para el diagnóstico, seguimiento y respuesta al tratamiento de la migraña que permitirían identificar a las personas que responderán a la terapia antes de tomarla.

Una enfermedad muy invisible a los ojos de la sociedad

La doctora Patricia Pozo-Rosich, jefa de sección del Servicio de Neurología y de la Unidad de Cefalea del Hospital Universitari Vall d'Hebron, señala que hay que seguir "mejorando" el circuito asistencial. "Eso significa efectuar un diagnóstico adecuado a tiempo y ofrecer a cada paciente el tratamiento que le toca en función de la gravedad y la frecuencia de la enfermedad”, afirma en declaraciones a la ACN.

La doctora indica que los criterios clínicos para diagnosticar la migraña son "claros" y "muy consistentes" y enumera: "Dolor de cabeza que dura normalmente entre 4 y 72 horas; asociado a otros síntomas como las náuseas y el vómito; molesta la luz y el ruido y cuesta pensar. Pasa de una manera episódica y recurrente en el tiempo”.

Pozo-Rosich reflexiona que los resultados de estos tratamientos biológicos también permiten “dignificar” la vivencia de unos pacientes que sufren una enfermedad que ha sido muy invisible. “Eso aterriza de alguna manera la enfermedad y le saca estigma”, dice esta neuróloga, jefa del grupo de Cefalea y Dolor Neurológico del VHIR y directora del Migraine Adaptive Brain Center de Vall d'Hebron.

“Es un dolor palpitante en la cabeza. Me parecía que podría ponerme la mano y sacarlo”

Judit Bermejo (43 años), paciente de Vall d'Hebron, ha sufrido migraña toda la vida. Sitúa los primeros recuerdos de náuseas y de dolor de cabeza intenso a los 6 años, pero el médico de cabecera de entonces le quitó importancia. Pensaban que lo hacía para imitar a la madre, que también sufría fuertes migrañas.

Durante su infancia tomaba analgésicos, pero le daban muy poca impresión. Recuerda que necesitaba dormir, no pensar, en silencio y oscuridad, y el dolor le podía durar cuatro días seguidos. De adolescente, tomó triptanos -la familia de fármacos para los ataques de migraña-, que acababan de salir, pero a pesar de disminuirle el dolor, no le reducían la frecuencia de las crisis.

Bermejo asegura que durante muchos años ha sentido un dolor palpitante en un lado de la cabeza, con tanta precisión que le parecía que se podía meter la mano en la cabeza y sacarlo”. Ha crecido con un dolor “imparable”, que ha vivido “con soledad”, y destaca la complejidad de pasar por momentos vitales de estrés con la sintomatología migrañosa. Aguantaba durante el día, pero que por la noche estaba “fatal". Bermejo subraya la importancia de seguir una rutina diaria en el contexto de la enfermedad.

Hace cuatro años, sin embargo, empezó a tomar el medicamento monoclonal, específico para la migraña, después de haber leído una noticia sobre el tratamiento, entonces muy innovador. Desde que empezó el tratamiento, le ha cambiado la vida. Muchas veces no recuerda la última vez que ha sentido dolor. “me han regalado calidad de vida", expresa Bermejo, que añade que a su madre, que durante años afrontó esta dolencia sin que hubiera ningún tratamiento disponible, también le ha cambiado la vida.

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