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Una vida de clausura: nueve hermanas carmelitas conviven en el único convento de vida contemplativa que queda en Lleida

La falta de vocaciones religiosas amenaza la continuidad de los conventos de clausura, muchos de los cuales han tenido que cerrar en los últimos años. En la diócesis de Lleida solo queda el Monasterio del Sagrado Corazón de Jesús, en la partida de la Caparrella, donde viven nueve carmelitas descalzas que han consagrado su vida a la oración.

Las monjas ■ Elena de la Cruz, Mònica M. del Cor Immaculat, M. Magdalena de Jesús, Mari Carmen de l’Esperit Sant, Isabel de l’Eucaristia, Eulàlia de l’Infant Jesús y Luz M. de Cristo. Faltan en la imagen M. Luisa del Niño Jesús y Fuensanta del Santísimo Sacramento.
 - JORDI ECHEVARRIA

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La falta de vocaciones religiosas amenaza la continuidad de los conventos de clausura, muchos de los cuales han tenido que cerrar las puertas en los últimos años. En la diócesis de Lleida solo queda el Monasterio del Sagrado Corazón de Jesús, ubicado en la Caparrella y en el que actualmente conviven nueve Carmelitas Descalzas de entre 29 y 92 años que han decidido consagrar su vida a la oración contemplativa, lejos de las distracciones del mundo exterior. 

Solo salen de los muros del monasterio por motivos de salud y las visitas −familiares, amigos o fieles− siempre se reciben en un locutorio dividido por una reja. “No salimos al exterior porque vivimos solo para Dios. Es un estilo de vida que es difícil de entender, pero que hemos elegido por iniciativa propia, porque así somos realmente felices”, explican las religiosas, mientras señalan que “somos autónomas y nuestro sustento se basa en la venta de escapularios, pulseras, rosarios y otras manualidades, así como pequeños trabajos de restauración de imágenes”. 

Monges Carmelites Descalces de Lleida

La más joven de las hermanas, Mònica Maria del Cor Immaculat, entró en el convento hace tres años y está en proceso de noviciado. “Nunca imaginé que sería monja y mucho menos de vida contemplativa, pero poco a poco empezó a surgir la idea. Sentí una llamada divina que realmente me cambió la vida. Para mi familia fue difícil de aceptar, pero jamás me dieron la espalda. Ahora soy feliz y me siento completa”, asegura Mònica Maria. 

Sobre sus primeros días en el monasterio, recuerda que “supuso un gran cambio pero, con la ayuda de las hermanas, poco a poco te vas adaptando al horario y a la vida comunitaria. Apartarme de las tecnologías y del teléfono móvil fue muy fácil para mí”.

Monges Carmelites Descalces de Lleida

El día de las Carmelitas Descalzas comienza temprano, antes del amanecer. Se levantan sobre las seis de la mañana y, tras la primera oración en silencio y la misa, comienzan sus tareas diarias. “Cada hermana tiene asignada una tarea como la cocina −que nos vamos turnando−, la lavandería, la atención de la iglesia y el torno, el jardín, la ropería o el cuidado de las enfermas. Nosotras mismas nos gestionamos e incluso nos bordamos nuestros hábitos”, explican. 

Monges Carmelites Descalces de Lleida

Su día a día se centra en el rezo, la reflexión y el estudio de la Biblia, aunque también disponen de algunas horas de “recreo” para hablar, reír o comentar las cosas que preocupan al mundo. 

La jornada termina alrededor de las 23.30 h. Sobre su conexión con la comunidad exterior, explican que “recibimos muchas llamadas de fieles que piden oraciones, nos comentan cosas que les preocupan o preguntan por nosotras”.

Monges Carmelites Descalces de Lleida

Comunidad con más de tres siglos de historia en Lleida

La Orden del Carmen Descalzo está presente en Lleida desde el año 1686, por expreso deseo del canónigo Francisco Pastor, que al morir dejó establecido que parte de sus bienes fueran destinados a la fundación de un monasterio de carmelitas descalzas en la ciudad. Vivieron durante varios años en un piso de la calle Cavallers, hasta que en 1705 se inauguró el convento de Santa Teresa. En este edificio vivieron diversas generaciones de carmelitas descalzas, aunque tuvieron que abandonarlo varias veces a causa de las guerras: la de Sucesión, la de Independencia y la Guerra Civil. 

A principios de los sesenta, se llegó a sobrepasar la veintena de monjas, por lo que se fundó el Carmelo de Mollerussa. No fue hasta 1987 cuando se inauguró el monasterio ubicado en la Caparrella, al lado del Refugi dels Peluts. Las Carmelitas Descalzas se muestran preocupadas por la desaparición de las últimas órdenes religiosas de Lleida, como los frailes franciscanos, las Filles de la Caritat o los claretianos, que la semana pasada celebraron su última misa.“Somos el único monasterio de clausura que queda en la diócesis y creemos que es importante preservar los diferentes estilos de vida religiosa”, aseguran.

Monges Carmelites Descalces de Lleida

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