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El cambio de hora y sus efectos en la salud física y mental

El cambio de hora nos afecta física y mentalmente.

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Con la llegada del cambio de hora, tanto en otoño como en primavera, surgen preocupaciones sobre el impacto que esta práctica tiene en la salud física y mental de las personas. A pesar de ser una medida implementada con el objetivo de aprovechar mejor la luz natural y ahorrar energía, los efectos secundarios sobre el bienestar son cada vez más evidentes y debatidos entre los expertos.

El principal problema derivado del cambio de hora es la disrupción del ritmo circadiano, el reloj interno del cuerpo que regula funciones biológicas esenciales como el sueño, la temperatura corporal y la digestión. Cuando este ritmo se ve alterado por un cambio en la hora oficial, como pasar del horario de verano al de invierno, el cuerpo necesita tiempo para ajustarse a la nueva rutina. Esta alteración puede generar insomnio, dificultad para conciliar el sueño o un descanso no reparador, especialmente en los primeros días posteriores al cambio. Para muchas personas, eso se traduce en una sensación de cansancio constante durante la jornada, afectando a su rendimiento físico y cognitivo.

Además, la falta de sueño de calidad puede influir directamente en la salud mental. Con la llegada del horario de invierno, donde se pierde una hora de luz por la tarde, se acentúa el aumento de los casos de trastorno afectivo estacional (TAE). Este fenómeno, que afecta especialmente a las regiones con menos horas de sol durante los meses de invierno, se caracteriza por un estado de ánimo más bajo, sensación de tristeza y una falta de energía generalizada. Les personas que ya sufren trastornos del estado de ánimo, como depresión o ansiedad, pueden ver agravados sus síntomas durante esta época del año.

Otro factor de riesgo asociado al cambio de hora es el aumento de los accidentes de tráfico y errores laborales durante los primeros días después del ajuste horario. Según varios informes, el aumento de la somnolencia y la reducción de la capacidad de concentración son responsables de un incremento en los accidentes, ya sea en el trayecto hacia el trabajo o en el entorno laboral. El cuerpo, todavía desajustado por el nuevo horario, responde más lentamente a los estímulos y provoca que los trabajadores sean más propensos a cometer errores.

Para minimizar los efectos negativos del cambio de hora, los expertos recomiendan varias estrategias. Una de las más eficaces es adaptarse gradualmente al nuevo horario unos días antes del cambio oficial, adelantando o retrasando la hora de ir a dormir y levantarse de manera progresiva. Eso permite que el cuerpo se vaya habituando lentamente al nuevo ritmo sin sufrir una disrupción brusca. Además, aumentar la exposición a la luz natural, sobre todo durante las horas de la mañana, puede ayudar a regular el reloj interno del cuerpo y favorecer una mejor adaptación. La luz del día es esencial para mantener un ritmo circadiano equilibrado y, en el caso de las personas que viven en zonas con pocas horas de sol, se recomienda utilizar luces artificiales que simulen la luz solar.

Mantener hábitos de sueño saludables también es clave para evitar los efectos del cambio de hora. Eso incluye establecer una rutina consistente a la hora de ir a dormir, evitar el uso de dispositivos electrónicos antes de dormir y crear un ambiente tranquilo y relajante a la cámara. Estos hábitos no sólo ayudan a mitigar los efectos del cambio de hora, sino que también mejoran la calidad del sueño en general.

El debate sobre los beneficios y los inconvenientes del cambio de hora sigue vigente en muchos países. Mientras que algunos expertos defienden el ahorro energético y el aprovechamiento de las horas de luz, otros ponen el acento en los efectos negativos sobre la salud, especialmente para las personas más vulnerables. De hecho, hay movimientos que piden su eliminación y el establecimiento de un horario único durante todo el año, evitando así los ajustes bianuales y sus impactos en el bienestar físico y mental de la población.

En resumen, el cambio de hora, a pesar de tener sus ventajas en términos de eficiencia energética, tiene un impacto notable en la salud, especialmente en los primeros días después del ajuste. Aunque la mayoría de personas consiguen adaptarse al cabo de una semana, algunas pueden experimentar efectos prolongados, especialmente aquellas con trastornos del sueño o del estado de ánimo. Por lo tanto, es fundamental adoptar medidas preventivas para facilitar una transición suave y evitar problemas de salud más graves.

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