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De las tijeras al 'cap i pota': la inspiradora transición de un peluquero catalán

Roger Solé, a sus 50 años, dejó atrás 30 años como barbero para perseguir su pasión por la cocina tradicional en Barcelona

Momentos de creación culinaria con compañeros

Lleida

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Todos conocemos historias de personas que han dado un giro radical a sus vidas, dejando atrás su zona de confort para perseguir un sueño. Este es el caso de Roger Solé, un peluquero de Juneda, Lleida, que a sus 50 años decidió cambiar las tijeras por los fogones y adentrarse en el frenético mundo de la cocina profesional en Barcelona, España.

Solé, quien fue la quinta generación de barberos en su familia desde 1853, ejerció durante 30 años en el oficio. Sin embargo, su pasión por la gastronomía lo llevó a tomar la valiente decisión de dejar atrás la peluquería y sumergirse de lleno en el mundo culinario.

Un camino lleno de desafíos

El inicio de Solé en la cocina no fue fácil. A pesar de su entusiasmo, se encontró en un ambiente totalmente nuevo, rodeado de cocineros jóvenes y experimentados. "Fueron los seis peores meses de mi vida", confiesa Solé, quien tuvo que adaptarse rápidamente al ritmo trepidante y la presión constante de una cocina profesional.

La transición de la peluquería a la cocina supuso un cambio drástico en la dinámica de trabajo. Solé pasó de un ambiente dialogante y razonado a una estructura jerárquica rígida, similar a la del ejército. "No hay lugar para opiniones ni diálogos, los rangos mandan, y eso me costó mucho", admite.

Perseverancia y pasión como motor

A pesar de las dificultades, Solé nunca se arrepintió de su decisión. Con 50 años y una gran determinación, decidió aguantar y perseverar en su nuevo camino. Su pasión por la gastronomía fue el motor que lo impulsó a superar los obstáculos y seguir adelante.

Tras seis meses de arduo trabajo, Solé recibió una oportunidad que cambiaría su trayectoria. Un grupo de empresarios de Barcelona le ofreció llevar la cocina del emblemático Bar Bodega Gol, un clásico de la ciudad. Junto a su socio Rodrigo Castillo, Solé se convirtió en jefe de cocina, con total libertad para crear la carta y cocinar como deseaban.

La embajada no oficial de Lleida en Barcelona

En el Bar Bodega Gol, Solé y Castillo han logrado combinar la esencia tradicional del lugar con una cocina de calidad, basada en platos de toda la vida y productos de proximidad. Su objetivo es ser un referente de la cocina casolana, ofreciendo platos como lentejas, cap i pota, fricandó y chulla, que evocan los sabores y olores de Lleida.

"Nos hemos convertido en la embajada no oficial de Lleida en Barcelona", afirma Solé con orgullo. Muchos de los productos que utilizan provienen de su tierra natal, como el aceite de Les Garrigues, la butifarra de Alcarràs, el embutido de La Pobla de Segur, los caracoles de Almacelles y el queso del Montsec. Esta conexión con sus raíces les ha permitido ofrecer una experiencia culinaria única a sus comensales.

Un oasis en medio del paraíso de los brunchs

En un entorno donde abundan los cafés de muffins y magdalenas de diseño, el Bar Bodega Gol se erige como un oasis de autenticidad. Solé describe el barrio de Sant Antoni como un lugar diverso y ecléctico, donde conviven diferentes estilos de vida y culturas gastronómicas.

Su objetivo es recuperar y poner en valor la cocina tradicional, aquella que nace de la subsistencia y la creatividad de antaño. Platos como la sopa borsch de Ucrania o la olla aranesa son ejemplos de cómo la gastronomía refleja la historia y las circunstancias de cada lugar y momento.

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