Un estudio concluye que los bebés de época ibérica enterrados en casa sufrieron muertes naturales y no rituales

Los bebés de la cultura ibera (siglos VIII-I a.C.) que fueron inhumados en contextos domésticos murieron por causas naturales, como complicaciones del parto o problemas de salud asociados a la prematuridad, y no por prácticas rituales. Así lo determina una investigación donde ha participado la Universidad de Lleida (UdL) y que acaba de publicar la revista Journal of Archaeological Science. El estudio, liderado por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), ha analizado 45 esqueletos de bebés de cinco yacimientos arqueológicos: la fortaleza de los Vilars d'Arbeca (Garrigues), que ha proporcionado a 20 individuos perinatales fechados entre el 775 y el 450 a.C.; Camp de les Lloses (Osona), Olèrdola (Alt Penedès), Puig de Sant Andreu e Illa de Reixac (Baix Empordà).

Los iberos tenían la tradición de enterrar dentro de las casas a las criaturas que morían poco antes de nacer, en el momento del parto o poco después. Los dientes temporales o de leche se empiezan a formar dentro de las encías durante la vida intrauterina y acaban de hacerlo en la etapa postnatal, en torno al nacimiento. El proceso deja unas líneas de crecimiento a la corona dental que pueden analizar los expertos. Una de las más visibles es la línea neonatal, que se forma por el estrés fisiológico resultante del cambio brusco de la vida intrauterina en la extrauterina y que permite a los científicos identificar a los niños que han sobrevivido al nacimiento.

"Las técnicas convencionales estiman la edad biológica del individuo en base al crecimiento y desarrollo esquelético, por lo cual tienen una variabilidad muy grande en la determinación de la edad y no permiten identificar el momento del nacimiento", destaca a la primera autora del artículo e investigadora predoctoral de la UAB, Ani Martirosyan.

El equipo ha hecho un análisis de secciones histológicas de gérmenes dentarios (tejidos que se transforman después en los dientes de leche), utilizando microscopia óptica. Visualizar las líneas de crecimiento de la corona dental les ha permitido establecer con mucha precisión la edad cronológica en el momento de la muerte de 38 de los bebés estudiados, estableciendo estas defunciones desde la semana 30 de gestación hasta el segundo mes después de nacer.

En los casos en los cuales la visualización histológica de las líneas era incierta, las investigadoras y los investigadores han estudiado la composición química a través de microfluorescencia de rayos X a partir de luz sincrotrón, que permite analizar diferentes elementos en el esmalte y la dentina en concentraciones extremadamente bajas. Los resultados muestran un aumento de la cantidad de cinc, un elemento químico relacionado con el inicio de la lactancia materna, y una disminución del calcio, un elemento principal del esmalte dental, coincidiendo con la presencia de la línea neonatal.

Los resultados de este estudio, en el que ha tomado parte el Grupo de Investigación Prehistórica (GIP-ARQHISTEC) de la UdL, señalan que casi la mitad de los individuos murieron durante el periodo perinatal, concretamente entre la semana 27 de gestación y la primera semana de vida. De la veintena que sobrevivieron más allá de la primera semana, el más longevo sólo llegó a los 67 días. Al fin y al cabo, según las conclusiones, pone de relieve la elevada mortalidad infantil durante el primer año de vida en estos poblados iberos de la edad del hierro, descartando la práctica de infanticidios o de sacrificios rituales.

En esta investigación también ha colaborado personal investigador de la la Universidad de Vic – Universidad Central de Catalunya (UVic-UCC), el sincrotrón ALBA (Cerdanyola del Vallès), la Universidad de Granada, el Museo de Arqueología de Catalunya (MAC) y el Centro de Interpretación El Camp de les Lloses.