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LLEIDA

Lleida recuerda el trágico bombardeo de 1937 que acabó con la vida de medio centenar de alumnos del Liceu Escolar

Ofrenda floral y teatralización de La Màxima de la Fundació Privada Ilersis

Representantes políticos, familiares de víctimas y los dos exalumnos del Liceu supervivientes, ayer frente a la escultura ‘Memòria, Dignitat i Vida’ en la avenida Blondel. - M.C.E.

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El 2 de noviembre de 1937, sobre las cuatro de la tarde, nueve bombarderos italianos arrasaron la ciudad de Lleida y mataron a más de 210 personas, incluidos medio centenar de alumnos y profesores que en aquel momento se encontraban en las aulas del Liceu Escolar. Ochenta y siete años después, la herida sigue abierta para aquellos niños que consiguieron sobrevivir al horror, ‘voces de la memoria’ que todavía recuerdan con detalle el que fue uno de los bombardeos más mortíferos y destructores de la Guerra Civil. Decenas de personas, entre ellas dos exalumnos del Liceu Escolar que sobrevivieron al ataque − Jordi Quílez y Manel Sampedro− y familiares de otras víctimas ya difuntas como Josep Peiró, Ramon Ortín y los pedagogos Victorina Vila y Frederic Godàs, se volvieron a congregar ayer en la avenida Blondel, frente a la escultura Memòria, Dignitat i Vida de Agustín Ortega, para rendir un sentido homenaje a los fallecidos y supervivientes de aquel fatídico día. El acto, presidido por el alcalde Fèlix Larrosa y el concejal de Educación Xavi Blanco, comenzó con el relato histórico contextualizado por parte del historiador Oriol Bosch. Por su parte, los actores de la compañía La Màxima de la Fundació Privada Ilersis escenificaron el horror de aquel episodio bélico con el acompañamiento musical de Laura Baraut, alumna de viola del Conservatori Municipal de Música de Lleida que interpretó El cant dels ocells de Pau Casals. 

En su intervención, Larrosa subrayó que “el 2 de noviembre es uno de los días más emotivos para la ciudadanía de Lleida”. El paer en cap aseguró que, con el recuerdo del bombardeo, “queremos ofrecer calor a los supervivientes y a las familias de las víctimas, así como incidir en el mensaje de paz universal, concordia y diálogo, dirigido especialmente a los más jóvenes y también al conjunto de la población”. “Reitero mi compromiso de construir cada día, desde el ayuntamiento, tal y como determina nuestro nombre de paers y paeres: cultura de entendimiento, de diálogo, de superación de diferencias y de unión cívica”, concluyó el alcalde de Lleida, que también hizo referencia y condenó conflictos bélicos de actualidad como los que azotan Gaza y Ucrania. El homenaje institucional finalizó con una ofrenda floral a los pies de la escultura en recuerdo de las víctimas del Liceu y un breve discurso de Manel Sampedro, uno de los supervivientes que reivindicó que “paz y cordura es lo que necesita este mundo loco en el que solo hay desgracias”.

“Caí, me cogí a una viga y quedé enterrado bajo los escombros”

Jordi Quílez y Manel Sampedro, supervivientes del bombardeo. - M.C.E.

“Por supuesto que todavía recuerdo aquel 3 de noviembre. Tenía 7 años, caí y me cogí a una viga. Quedé enterrado bajo los escombros. En aquellos tiempos de guerra hicimos algunos simulacros en la escuela − para estar preparados por si sonaban las alarmas antiaéreas−. Si aquel día hubieran sonado las sirenas y nos hubieran bajado al sótano, ninguna de las siete u ocho personas que sobrevivimos nos habríamos salvado. 

Entre estos supervivientes también se encontraba el maestro Fèlix Mor i Castany, que después de la guerra me preparó para hacer el ingreso en el Bachillerato y acabamos siendo íntimos amigos hasta que le llegó la muerte”, relató Manel Sampedro, exalumno del Liceu Escolar, que también pidió “paz y cordura en este mundo loco”.

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