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Los 11 pueblos de Lleida donde mejor se come, según National Geographic

De los turrones de Agramunt a la alta cocina de Bellvís, un recorrido por 11 pueblos que resumen la riqueza culinaria de Lleida

'Sotabosc', les postres que van impressionar l'Elisa.

Plato del restaurante Cal Xirricló de Balaguer, uno de los recomendados por la revista National Geographic.

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La provincia de Lleida ofrece una gastronomía rica y variada que combina tradiciones locales con la calidad de sus productos de proximidad. Su cocina es un reflejo del paisaje diverso, que abarca desde los Pirineos hasta las fértiles tierras del Pla d'Urgell. 

Desde Agramunt hasta Bellver de Cerdanya, la prestigiosa revista National Geographic propone un recorrido por las localidades de Lleida donde mejor se come: 

Agramunt, el reino del turrón

Centenaria es la tradición que vincula a Agramunt con el turrón. Corazón de la comarca del Urgell, este pueblo irradia dulzura navideña (y más allá). Avellana y almendra, juntas o por separado, se ensamblan con miel, azúcar y el denominado pan de ángel en recetas que se pierden en el origen de los tiempos. Convertido en seña de identidad del pueblo, Agramunt también es devoto del chocolate a la piedra. No en vano, en octubre –desde los años 80– se celebra una de las celebraciones más golosas de Catalunya: la Feria del Turrón y el Chocolate a la Piedra.

Bellvís y su cocina de vanguardia

Apenas 2.000 habitantes sorprenden en Bellvís, un pueblo de la Pla d'Urgell donde la agricultura y la ganadería son motores seculares. Aquí aguarda uno de los restaurantes más singulares de Catalunya: La Boscana. Abierto en 2014 por Joel Castanyé, La Boscana se ha convertido en refugio de una cocina apegada al territorio donde, por ejemplo, no dejan de aparecer frutas locales, inspirándose en el recetario tradicional.

Pobla de Segur, hogar de la ratafia

El epicentro de la comarca del Pallars Jussá es, además, el hogar de uno de los licores más singulares de Catalunya: la ratafía. Pobla de Segur es también un paraíso para los amantes de los embutidos. A medida que se asciende hacia el Pirineo, la charcutería se multiplica, teniendo en este pueblo una parada obligatoria donde descubrir chacinas tan singulares como la girella, elaborada con carne de cordero, y aderezada con huevo, perejil y pan.

Val d'Aran, un mosaico de sabores

Más que un pueblo, Val d'Aran es una concatenación de localidades que se encaraman en las faldas pirenaicas y dan un sentido gastronómico primordial a una zona que hizo de la subsistencia su razón de ser. Arties, Baqueira, Bóssost, Vielha… Más de treinta pueblos configuran un territorio que vertebra la cuchara, la carne a la brasa y la ganadería. De aquí no se debería salir sin degustar la tradicional olla aranesa, pero tampoco perder de vista algunos de los guiños a la alta cocina que se hacen en locales como Eth Bistró, en Vielha, o Es Arraïtzes, en Garós.

Les Borges Blanques, la meca del aceite

Toda la comarca de Les Garrigues está aromatizada, sobre todo en invierno, con los destellos del aceite de oliva que da fama nacional a esta zona. En pueblos como Les Borges Blanques, además, hay restaurantes que se atreven a ir más allá de la gastronomía y hacer también su propio aceite. Precisamente lo que sucede en el Hostal Benet, otro establecimiento familiar de largo recorrido, donde bordan recetas tan tradicionales como los pies de cerdo e, incluso, maridan sus platos con el aceite de oliva virgen extra que ellos elaboran.

Balaguer y su restaurante destino

Convertido en restaurante destino, Cal Xirricló es otro pilar imprescindible para cimentar la cocina leridana. Son tres ya las generaciones de la familia Molins que llevan dando de comer desde el año 1954. Ahora encabezada por Francesc Molins, con la ayuda fundamental de Rosa, su madre, donde no faltan elementos vertebradores de la cocina catalana como los caracoles a la gormanta. También manejan platos marineros como los pulpitos con suquet o platos tan originales como los 'malparits', unos jugosos pimientos rojos rellenos de anchoas y aceitunas.

Seu d'Urgell, la capital del queso

Convertida en una de las capitales del queso, la Seu d'Urgell presume con raigambre histórica de albergar una de las ferias más longevas de España: la Fira de Sant Ermengol i del formatge del Pirineu, que hunde sus orígenes en el año 1048. Ahora ha cambiado mucho la forma de elaborar y el tipo de productores, pero la muestra congrega a queseros artesanos de ambos lados del Pirineo, tanto español como francés, y llena de viajeros ávidos de queso el pueblo en la tercera semana de octubre.

Juneda y su cazuela de campo

De la necesidad, virtud. En Juneda, donde la agricultura ha sido motor secular, permitirse el lujo de volver a comer a casa cuando se faenaba en el campo no era habitual. Tanto como para que los payeses alumbraran la cazuela de campo (cassola de tros) , improvisando con las hortalizas de la huerta que estuvieran más a mano un sustancioso guiso en el que caben algunas carnes curadas, sobre todo de cerdo, y lo que el campo haya alumbrado. La relevancia de este plato arquetípico de la cocina cassolana es tal que, incluso, tiene su propio concurso, celebrado anualmente el domingo de la segunda Pascua.

Peramola 

Otro icono familiar. Abierto en 1933, Can Boix de Peramola actúa como embajada de la Cuina Catalana donde tan pronto aparecen arroces de espardeñas como sorprende con un suquet de peix. Una parada obligada en el camino al Alt Urgell que, además, luce una de las bodegas más completas en cuanto a referencias locales, con especial predilección por la DO Costers del Segre.

Gimenells, cocina de proximidad y compromiso

Malena, en Gimenells, no es nombre de tango, sino de restaurante y de cocina compromiso. Calçots y cordero de raza xisqueta; verduras y frutas de temporada y proximidad; quesos a los que se puede poner cara y apellidos… La propuesta de Malena permite comerse desde Gimenells una buena parte de la provincia de Lleida, desde el plato y, también, tentar desde la copa.

Bellver de Cerdanya 

La Cerdanya clama desde el Pirineo con una cocina que hace del ganado y el aprovechamiento su razón de ser. En este territorio el trinxat –con patata, col y panceta– aparece por doquier. En Bellver de Cerdanya, en el restaurante Ca la Núria, lo bordan. Como también pasa con carnes a la brasa o, cuando la temporada lo favorece, con las setas y la caza. Otro pueblo más que comestible en el que hacer un alto.

La provincia de Lleida atesora una diversidad gastronómica que la convierte en un destino culinario de primer orden en España. Desde los turrones centenarios de Agramunt hasta la cocina de vanguardia en Bellvís, pasando por la ratafia de Pobla de Segur o los quesos de la Seu d'Urgell, este recorrido por 11 pueblos leridanos demuestra que la riqueza de sabores va mucho más allá de la capital.

La gastronomía se ha convertido en un poderoso reclamo turístico para muchas zonas de España, y Lleida no es una excepción. La provincia ha sabido poner en valor su patrimonio culinario, ligado a la tierra y a las tradiciones, para atraer a visitantes de todo el país y del extranjero. Ferias, jornadas gastronómicas, rutas del sabor… son muchas las iniciativas que buscan promocionar la cocina leridana y contribuir así al desarrollo económico y social del territorio.

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