SEGRE

National Geographic ha escogido el pueblo más bonito para viajar este febrero y está en el Pirineo de Lleida

Cardet tiene una de las iglesias románicas patrimonio mundial de la Unesco menos conocidas a pesar de tener un ábside espectacular

Vista del exterior del ábside de Santa Maria de Cardet.

Vista del exterior del ábside de Santa Maria de Cardet.Ayuntamiento de la Vall de Boí

Publicado por
segre

Creado:

Actualizado:

En el corazón de la Vall de Boí, en el Pirineo leridano, se encuentra un tesoro escondido que ha cautivado a la prestigiosa revista National Geographic. Entre las imponentes cumbres de más de 3.000 metros de altura, emerge un pueblo diminuto pero encantador llamado Cardet, que ha sido elegido como el pueblo más bonito para viajar en febrero.

Con apenas una veintena de casas, Cardet sobresale como una atalaya en la montaña, defendiendo la entrada al valle desde tiempos inmemoriales. Se tiene noticia de su antiguo castillo ya entre los años 1096 y 1157, del que hoy solo quedan restos documentales. Para acceder a este rincón de ensueño, hay que desviarse de la carretera L-500 y ascender un kilómetro montaña arriba.

Un ábside románico espectacular

Pero lo que realmente distingue a Cardet es su iglesia románica de Santa Maria, que data de los siglos XI y XII. Ubicada en un extremo del pueblo, sobre la fuerte pendiente de la montaña, cuenta con un ábside espectacular construido aprovechando el desnivel del terreno. Esta particularidad permitió edificar una pequeña cripta en el interior, la única del conjunto de iglesias declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el Valle de Boí.

Además, el campanario de Santa Maria de Cardet es único en su estilo, con elementos barrocos fruto de una restauración en el siglo XVIII. A diferencia del resto de iglesias del valle, aquí la torre es de espadaña, un detalle que la hace aún más especial.

Callejones empedrados y arquitectura de montaña

Cardet conserva todo el encanto de los antiguos pueblos del Pirineo catalán. Sus callejones empedrados serpenteantes y la arquitectura románica típica de la alta montaña transportan al visitante a otra época. Las casas de piedra con tejados de pizarra se funden armoniosamente con el entorno natural, creando una postal rural de otro tiempo.

En la última restauración de la iglesia, se optó por mantener el interior tal y como era a principios del siglo XX, con un ambiente austero y sobrio que invita a la contemplación. Este cuidado por preservar la esencia del pasado se extiende a todo el pueblo, que parece detenido en el tiempo.

Titulars del dia

* camp requerit
Subscriu-te a la newsletter de SEGRE
tracking