SEGRE

EMERGENCIAS

El camionero que se atragantó en un restaurante de Lleida encuentra al hombre que le salvó la vida

Guillermo, el camionero que se atragantó la semana pasada en el restaurante Casa Aurora de Lleida, localiza a su salvador. Contactan gracias a la carta que escribió a SEGRE y van a comer juntos

Paco González (derecha) explica cómo ayudó a Guillermo Márquez (izquierda), ante la misma mesa donde el segundo se atragantó. - ROGER BARRAGÁN

Paco González (derecha) explica cómo ayudó a Guillermo Márquez (izquierda), ante la misma mesa donde el segundo se atragantó. - ROGER BARRAGÁN

Laia Berenguer
LLEIDA

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“Apareció el héroe sin capa que me salvó la vida”, dijo Guillermo Márquez, un camionero de Valls, al reencontrarse con Paco González, el hombre que le hizo una maniobra de Heimlich –un procedimiento de primeros auxilios que permite desobstruir el conducto respiratorio bloqueado por un trozo de alimento o cualquier otra causa– el lunes de la semana pasada al ver que se estaba ahogando mientras almorzaba. 

Los hechos sucedieron en el restaurante Casa Aurora, ubicado en el polígono El Segre de Lleida, cuyas trabajadoras se encargaron de poner en contacto a los dos protagonistas de esta historia.

Esa mañana, Paco, de Molins de Rei, había tenido una reunión de trabajo en la capital del Segrià que acabó tarde y, junto a sus compañeros, decidió ir a comer a Casa Aurora. Mientras esperaba a ser atendido, fue al servicio y pasó justo por el lado de la mesa de Guillermo, que estaba comiendo y tenía mala cara. “Le pregunté si se encontraba bien, pero no me respondió”, recuerda Paco. “No me lo pensé dos veces, actué por instinto”, asegura. 

Aunque admite que nunca había practicado la maniobra a una persona, “por mi trabajo (construcción y mantenimiento de líneas de alta tensión), recibo formación en primeros auxilios constantemente”. 

En ese momento, Guillermo ya había perdido el conocimiento. Por suerte, solo hicieron falta tres “apretones” fuertes de Paco –tan intensos, que acabaron ocasionando un moratón en el pecho del ahogado– para liberar el trozo de comida que le obstruía el esófago. “Pude pegar una bocanada de aire, pero me había quedado en shock”, explica el camionero, que reconoce que estuvo “temblando como un flan durante rato, me asusté mucho”, dice. 

“Mientras regresaba a Valls con el camión, pensé: «¡Este tío me acaba de salvar la vida! », y no dudé a escribir una carta a SEGRE “porque la cosa no podía quedar así”. Por su parte, Paco no fue consciente de la magnitud de lo sucedido hasta que no leyó la carta. “Me emocioné mucho”, afirma. Ese día, Guillermo había pedido un bistec a la brasa, un plato que “desde entonces no he vuelto a probar”, asegura entre risas. Ambos compartieron ayer mesa en el restaurante, junto a la mujer de Guillermo, y disfrutaron de una comida amena y sin incidentes.

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