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Orugas procesionarias: una amenaza letal para los perros en primavera

Esta larva, cuya presencia se intensifica con la llegada del calor, puede provocar graves lesiones en nuestras mascotas si entran en contacto con sus pelos urticantes

Una oruga procesionaria.

Una oruga procesionaria.Unsplash

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segre

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Las orugas procesionarias representan un grave peligro para los perros durante sus paseos, especialmente entre febrero y mayo cuando aumentan las temperaturas. Estos insectos lepidópteros, que forman características filas al desplazarse, pueden causar lesiones severas e incluso fatales si nuestras mascotas entran en contacto con ellos o los ingieren.

El riesgo principal radica en los pelos urticantes que recubren el cuerpo de estas larvas, los cuales contienen una potente toxina llamada Thaumatopina. Esta sustancia provoca fuertes inflamaciones y, en casos graves, puede derivar en necrosis lingual si el animal lame o ingiere estos pelos.

Debido al cambio climático, la presencia de estas orugas en parques y zonas verdes puede adelantarse incluso a febrero o marzo, por lo que la vigilancia debe ser constante durante los paseos con nuestras mascotas.

¿Dónde encontramos a la procesionaria?

La oruga procesionaria habita principalmente en zonas con pinos, abetos y cedros. Estos árboles constituyen su hábitat preferido, donde crean bolsas blancas suspendidas en las ramas que funcionan como nidos. Su ciclo vital comienza en verano, cuando las mariposas ponen huevos que eclosionan a finales de esta estación.

Durante el invierno, las orugas forman sus característicos bolsones en las ramas y, al final de esta estación, descienden al suelo en formación para enterrarse y transformarse en crisálidas. Es precisamente en esta fase de descenso cuando representan mayor peligro para nuestras mascotas.

Síntomas de contacto con la procesionaria

Los signos de que nuestro perro ha estado en contacto con una oruga procesionaria aparecen de forma inmediata o en las primeras horas tras el incidente. Entre los síntomas más frecuentes destacan:

  • Salivación excesiva
  • Dolor e inflamación
  • Fiebre
  • Edema lingual
  • Úlceras
  • Problemas respiratorios graves
  • Tos
  • Vómitos (con o sin sangre)
  • Diarrea sanguinolenta
  • Inflamación aguda de esófago y estómago
  • Dolor abdominal
  • Conjuntivitis severa
  • Hemorragia nasal
  • En casos extremos, necrosis parcial o total de la lengua

La simple ingestión de los pelos urticantes puede poner en riesgo la vida del animal, ya que estos pueden provocar úlceras estomacales graves.

Primeros auxilios y actuación inmediata

Ante cualquier sospecha de contacto con la procesionaria, es fundamental actuar con rapidez. Antes de acudir al veterinario, que debe ser nuestra prioridad inmediata, podemos aplicar estos primeros auxilios:

1. Mantener la calma para evitar errores

2. Utilizar mascarilla y guantes para protegernos

3. Evitar que el perro se rasque o lama la zona afectada

4. Lavar abundantemente con agua fría sin frotar ni tocar los pelos o la zona dañada

5. Acudir urgentemente al veterinario

No se debe demorar la atención veterinaria bajo ningún concepto, ya que el riesgo de shock alérgico o necrosis es muy elevado. El profesional eliminará los restos de pelos urticantes y evaluará los daños producidos.

Medidas preventivas

Para evitar incidentes con este peligroso insecto, es recomendable:

  • Evitar zonas con pinos, abetos y cedros durante la temporada de mayor actividad
  • Eliminar orugas y nidos en jardines particulares mediante dispositivos específicos
  • Pasear siempre con el perro sujeto con correa para mantenerlo bajo control
  • Estar atento a la presencia de estos insectos durante los paseos

Si su mascota ha tenido contacto con la oruga procesionaria, la actuación rápida y la atención veterinaria inmediata son fundamentales para evitar consecuencias graves. El tiempo es un factor crítico en estos casos.

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