Una madre valiente en 'Pobre Diabla'
Marcela toma la decisión de alejarse de su amado Ariel tras confirmar que a este no le hace ilusión la idea de tener un hijo con ella.
Garabano no deseaque nadie se interponga en sus plane. Es por eso que asesina a Renato, después de escucharle intentando convencer a Bárbara para que dejase a un lado su idea de acabar de una vez por todas con Marcela y con Ariel.
Bárbara, en problemas
Tras la extraña muerte de su amante, Bárbara es citada por la policía, para que dé testimonio de lo sucedido. El comisario quiere esclarecer el asunto de la repentina defunción del médico. La posición de Bárbara es muy difícil. Si no logra convencer a la policía de que en realidad, ella no tiene nada que ver con lo sucedido, será, inevitablemente, acusada de homicidio.
Para Marcela, su matrimonio secreto supone más sacrificios de los que ella
hubiera imaginado en un principio. Si sospechaba que Ariel le estaba siendo infiel, ahora no le queda ninguna duda. La joven acaba de ver una cinta de vídeo en la que aparecen, muy a su pesar, Ariel y Emilce besándose con pasión.
Primero fueron las comprometedoras fotografías de su esposo con María
Elena y ahora esta maldita grabación. La desdichada ahora entiende por qué
Ariel ha querido mantener su matrimonio en secreto. «No quiere que nadie sepa la verdad para poder seguir flirteando con otras mujeres sin que le digan nada», piensa la joven.
Última conversación
Hecha un lío, Marcela decide hablar con Ariel. Lo único que desea es aclarar la situación, poner las cosas en su sitio y, si no quedara más remedio, deshacer un matrimonio que solo le da quebraderos de cabeza y preocupaciones. «No me siento feliz a tu lado», le dice Marcela a Ariel. Este último, ante las preguntas de su esposa, que demanda saber a qué juego está jugando, Ariel no sabe qué contestar. No encuentra más que infantiles excusas para explicar algo más que evidente: tiene un romance con Emilce.
Ruptura anunciada
Marcela intenta hacerle ver a Ariel que Emilce es la enemiga de ambos, que es
una mujer peligrosa y que solo desea engatusarle para hacerse con su fortuna:
«Solo está siguiendo un plan perfectamente trazado». En ese instante, Ariel no contesta. Su silencio es determinante para que Marcela tome una decisión. La joven abandona el despacho de su esposo desolada. «No quiero saber nada más de ti», le dice Marcela a Ariel.
Una mujer decidida
Por otro lado, Laura continúa adelante con el apasionado romance que está viviendo con el abogado de su familia, Obarrio. La mujer está decidida, más que nunca, a deshacer de una vez por todas su matrimonio y dejar a Diego. «No amo a mi marido y creo que nunca le he querido», le dice Laura a Obarrio. Para Laura, su marido no es más que un pelele ridículo que baila al son que le dicta doña Roberta.
Cuando Diego descubre las intenciones de Laura, decide retar a un duelo a muerte a Obarrio. Por supuesto, este se niega: «Yo soy un hombre de leyes, culto y con ética, no un bárbaro como tú».
Consejo de suegra
Diego le cuenta lo ocurrido a doña Roberta, quien le promete que hará hasta lo imposible para evitar su divorcio. «No permitiré que mi familia vuelva a estar en boca de todo el mundo. Puedes estar tranquilo por esto, de verdad», le dice la mujer a su yerno. Por su parte, Laura le agradece a Obarrio que no se haya dejado arrastrar por la violencia que caracteriza a Diego.
Posturas contrarias
Al día siguiente, Marcela ya está cansada de fi ngir ante todo el mundo sobre su relación con Ariel. Está harta de hacerle creer a todos que no tiene nada que ver con el que, en realidad, es su marido. Por eso, desea contarle a Alma todos los detalles sobre cómo se cuajó la boda secreta que, en San Sebastián, ambos llevaron a cabo.
No obstante, Ariel le prohibe que le diga nada más a su madre: «Es una idea disparatada y sin sentido. No quiero meter a mi madre en nuestros asuntos»
Además, Ariel le recuerda a Marcela que deben seguir engañando a todo el mundo y hacerles creer que no hay nada entre ellos o podrían perder su herencia. «No quiero darle a mi abuela motivos para que impugne el testamento de mi padre», sentencia el muchacho ante la mirada triste y desolada de Marcela.
Ambición total
En el seno del clan de los Mejía Guzmán, también, hay muchos malentendidos, problemas y discusiones. Emilce, por su parte, le confiesa a Obarrio que está locamente enamorada de Ariel y le asegura que está dispuesta a hacer cualquier cosa para conquistarle, ya que, es lo que más
ama en este mundo. Ahora le quiere a él, además, de a todo su dinero.
Cambio de parecer
Para sorpresa de todos los miembros de la poderosa familia, doña Roberta confiesa que está dispuesta a reconocer a Ariel como su nieto legal y como uno más del clan, pero se niega a aceptar a Marcela como la viuda de su hijo: «Esa mujer nunca más entrará a mi casa. La quiero lejos de aquí».
Corazón que late
Otro de los grandes quebraderos de cabeza de la autoritaria doña Roberta es la postura de su hija Clotilde que, obligada a aceptar a un desconocido como su novio oficial, ni se inmuta ante la insistencia de su prometido de celebrar el enlace lo antes posible. Clotilde solo desea estar junto a su verdadero amor, con quien, desafiando la autoridad de su madre, ha comenzado a citarse de nuevo. Por eso, Clotilde está radiante, porque está sintiendo de nuevo la pasión dentro de su ser.
Mientras tanto, Marcela desea asegurarse de que es cierto que se encuentra en estado de buena esperanza antes de anunciárselo a Ariel, a sus padres o a cualquier otra persona y, por eso, se somete a un segundo examen médico que demuestre la veracidad o falsedad de su estado. Cuando abandona la consulta del médico, con los análisis de embarazo en sus manos, Marcela no sabe si sentirse triste o feliz: realmente está embarazada y, por supuesto,
Ariel es el padre de la criatura.
En un mar de dudas
Marcela todavía no le ha dicho a su esposo que está esperando un hijo, por miedo a que a él no le haga ilusión o no desee tenerlo. Sin embargo, ahora que ya sabe con seguridad que pronto será madre, decide contárselo al futuro papá lo antes posible y no esperar más. Marcela tiene el impulso de llamar por teléfono y darle la buena nueva. No obstante, decide esperar a verle en persona.
Una cita complicada
Finalmente, Marcela telefonea a Ariel y le cita en el invernadero que hay en la mansión de la familia Mejía Guzmán. Este es el lugar preferido de la pareja, dónde siempre se han encontrado de forma clandestina.
Ariel acude a la cita en el invernadero y allí, rodeados de planes, coloridas flores y aislados del resto del mundo, ella le abraza con pasión, le besa y le demuestra el profundo amor que siente por él antes de comunicarle su embarazo.
De nuevo, Ariel se deja querer por Marcela. A pesar, de todos los problemas, la sigue amando como el primer día. De eso, ahora, no cabe la menor duda.
Malas caras...
«Estoy esperando un bebé, vamos a ser padres muy pronto», le dice Marcela a Ariel. La alegre sonrisa de la joven se torna triste cuando ve reflejada en el rostro de su amado una gran preocupación. La cara de Ariel demuestra que el embarazo no le hace nada feliz. El joven cree que un bebé les pondría en serio peligro y así se lo hace saber a su esposa. «Tienes que entenderlo. Este bebé nos va a traer disgustos, más que bendiciones», le dice Ariel.
Una espía en la sombra
Marcela, haciendo caso omiso a las palabras de su amado, sale del invernadero sumida en una honda tristeza y con una idea en la mente: tener al bebé sola.
Lo que Marcela no sabe es que Emilce ha escuchado toda la conversación,
ha descubierto así que la joven está embarazada y piensa usar está información en su beneficio. Hasta ha grabado la conversación entre Marcela
y Ariel, por si en algún momento llegase a necesitarla: «Ganaré la guerra, eso lo prometo».
Un futuro brillante
Al contrario que a Marcela, a María Elena le va muy bien en el amor. Desde que decidió centrarse en su relación con Luis Eloy, no ha vuelto a pensar en Ariel.
María Elena está convencida de que ha encontrado en Luis Eloy al hombre que puede hacerla feliz. Ya no le importa ser el objetivo de miradas indiscretas y cuchicheos de pasillo por sus comprometedoras imágenes con Ariel en San Sebastián. Eso es agua pasada. Ahora, María Elena solo mira hacia el futuro.